“Es algo terrible para mí y me preocupa encontrar a mi hijo dentro de esas personas que están ahí, en esa fosa”

Como a muchas otras mujeres, a Cecilia Sosa Reyes, madre de un joven desaparecido en Boca del Río, le inquieta pensar que su hijo sea localizado entre los restos humanos hallados recientemente en Alvarado.

“Me preocupa encontrarlo dentro de esas personas que están ahí».

Esta mañana lluviosa, la mujer acudió a las oficinas de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV), delegación puerto de Veracruz, donde personal de la Policía Científica tomó muestras de ADN a familiares de desaparecidos.

Por la hora en la que llegó al inmueble, le tocó el turno 36, así que ante la gran cantidad de gente que acudieron a la convocatoria tuvo que salir de las instalaciones para esperar a que la llamaran.

Afuera de la CEAV, bajo el techo de un pequeño pasillo, Cecilia se resguarda de la lluvia que no deja de caer. A ratos dialoga con sus familiares que le acompañan y de vez en cuando sus ojos se pierden mirando a la nada, con semblante de preocupación.

No es la primera vez que le toman una muestra de sangre, pues asegura que anteriormente lo hizo, recién había desaparecido Edgar Agustín Martínez Sosa, su hijo.

Hace no mucho, por invitación de una amistad, se unió al Colectivo El Solecito de Veracruz, cuyas integrantes también buscan a los desaparecidos. Fueron sus compañeras quienes le recomendaron acudir a la CEAV para la jornada de toma de muestras de ADN y así fue, se animó.

«Él tenía 26 años de edad el día que desapareció en Boca del Río», comenta al reportero que la entrevista bajo el techo del pasillo.

Detalla que los últimos dos años los ha dedicado a la búsqueda de Edgar Agustín, quien desapareció misteriosamente el 31 de julio de 2016 en el Infonavit El Morro. Hoy tendría 28 de edad.

Era ruletero en la ciudad y «hacía base de taxi» en la avenida Vía Muerta, que fue el último lugar donde se le vio, esto antes de que un misterioso hombre le solicitara una corrida con rumbo desconocido.

El joven alcanzó a mensajearse con su pareja sentimental, prometiéndole que la vería más tarde para cenar, pero nunca llegó a la cita y desde entonces no se sabe nada de él.
«La muchacha me dijo que la última vez que tuvo noción de él fue por mensaje, ese domingo antes de las 7 de la noche, que ya se iba a cenar con ella, entonces ella me avisó hasta el otro día que no había llegado, pero dice que nunca faltaba a la casa».

Se interpuso la denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE), pero a dos años de la desaparición no hay avances en la investigación. Lo único que se consiguió fue la localización en la colonia La Reserva de Veracruz del taxi que manejaba el joven.
Recientemente se enteró de lo ocurrido en la localidad de Arbolillo, municipio de Alvarado, donde elementos ministeriales localizaron fosas clandestinas con más de 170 cadáveres. La noticia le estremeció el corazón.

Cecilia dice sentirse muy preocupada por el hecho de pensar que el cuerpo de su hijo desaparecido se encuentre dentro de los restos humanos, pero no le queda de otra que comprobarlo sometiéndose a pruebas de ADN para que la Policía Científica haga el análisis correspondiente, cotejando la sangre de la mujer con los genes de los cadáveres.

«Me dijeron que hacen búsquedas y supe lo de Arbolillo, no tiene mucho y me inquietó y por eso es que apenas empecé porque he estado esperando que las autoridades me den una respuesta y me inquietó saber lo que está sucediendo, es algo terrible para mí, y me preocupa encontrar a mi hijo dentro de esas personas que están ahí, en Arbolillo».

La entrevista termina casi de tajo porque a Cecilia la llaman para pasar a las oficinas de la Comisión. Es su turno y tiene que atender el llamado, así que se despide, abre la puerta del inmueble y se pierde entre el montón de familiares de personas desaparecidas en territorio veracruzano.

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