En medio de un ambiente hostil, con los ánimos muy caldeados y de persecución a sus enemigos políticos, el nuevo gobierno del estado no ha querido entender que su verdadero mandato, su misión más delicada es luchar con todas las fuerzas para acabar con los enemigos comunes de la sociedad: la pobreza, la marginación y la violencia.
Mucho criticaron a Miguel Ángel Yunes Linares por su obsesiva persecución al ex gobernador Javier Duarte de Ochoa y su gavilla, pues tristemente hoy los morenistas asumen la misma actitud y desvían atención, tiempo y recursos para desprestigiar y atacar a sus adversarios políticos, para aniquilarlos. Jorge Winckler Ortiz, es el botón de muestra.
Por favor, que alguien nos ayude, el estado se encuentra en llamas, ríos de sangre corren por doquier y no exagero. No, quien no se quiera dar cuenta de la realidad, está en su derecho, pero los sensatos saben que a lo largo y ancho de nuestro territorio huele a muerte, se respira miedo, nadie se siente seguro.
Emboscaron al alcalde de Astacinga, Antonio Ramírez Itehua, en la sierra de Zongolica, presuntamente para “levantarlo”, sin embargo al intentar fugarse, lo alcanzaron y lo tirotearon junto con otras tres personas que lo acompañaban. Horas después, en Xalapa, un comandante de Seguridad Pública fue acribillado frente a su familia por tres sujetos que entraron por la fuerza a su domicilio portando armas largas.
En Fortín de las Flores, Francisco Quevedo, propietario de un taller mecánico de la colonia Tlacotengo fue asesinado en un presunto asalto; mientras que en la comunidad Agua Dulce de Papantla, el empleado de una gasolinera recibió al menos 4 disparos en la cabeza que le ocasionaron la muerte, para despojarlo de medio millón de pesos que depositaría en un banco, pero los maleantes ya sabían quién era, lo que llevaba y a qué hora iría a la sucursal. A éste último lo acompañaba su esposa que por fortuna resultó ilesa.
En ciudades como Orizaba, Río Blanco, Nogales, Ciudad Mendoza, Veracruz, Tierra Blanca, Xalapa, Martínez de la Torre y Poza Rica, entre otras, hay una ola imparable de robos a comercios y asaltos a transeúntes, pero la verdadera tragedia son los homicidios y feminicidios.
Ya no podemos salir a la calle sin la preocupación de que nos roben nuestra laptop, la tableta, el reloj, el celular, se lleven el estéreo del auto, las llantas y ni qué decir de las miles de mujeres veracruzanas que viven con el miedo, ya no de ser violadas, sino de perder la vida al abordar un transporte público o de una muerte doméstica, acuchilladas, baleadas, degolladas, por sus parejas.
Para muchos padres es impensable que sus niños jueguen en los parques cuando oscurece. La inseguridad sube el costo de las inversiones. El crimen y la violencia no sólo son un lastre fiscal que quita recursos para otras necesidades sociales como la educación y la salud; socavan el estado de derecho.
Un seguimiento de ejecuciones realizado por Grupo Noreste, basado en informaciones de los medios de comunicación de todo el estado, revela que al cumplirse los primeros 60 días de la nueva administración estatal los índices de delincuencia permanecen con cifras alarmantes; todavía más grave resulta, que en algunos delitos los números se han disparado. Por ejemplo, con datos de la incidencia delictiva de alto impacto de la Fiscalía General del Estado (FGE), entre el 01 y el 31 de diciembre de 2018 se denunciaron 38 plagios y 19 feminicidios. En ese mismo periodo, pero de 2016, sólo hubo registro de 17 secuestros y seis feminicidios; es decir, aumentaron estando al frente el fuereño secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, quien parece que vino desde Nuevo León, pero de vacaciones a Veracruz.
A la fecha ya suman más de 240 ejecutados, aunque las autoridades encargadas de la política interior y de la seguridad, se dedican a todo menos a cumplir con el cargo que protestaron cumplir y las leyes que juraron respetar… Ahh y también a aruñarse y rasgarse las medias con el fiscal en turno, Jorge Winckler Ortiz a quien pretenden someterlo a un juicio político para destituirlo. En promedio, en Veracruz una persona es ejecutada cada seis horas.
Tan sólo, el fin de semana ante pasado, fue histórico el hecho de que en menos de 72 horas se cometieron 15 ejecuciones en diferentes puntos de la entidad.
No se hagan bolas, dijo alguna vez un innombrable ex presidente de la República, no puede ser que todo el aparato gubernamental enfoque sus baterías en un diminuto hombrecito encopetado de escaso 1 metro con 65 centímetros, de 70 kilogramos de peso, sirviente de una acaudalada familia política, cuando la sociedad espera ansiosa programas y acciones en materia de empleo, vivienda, medio ambiente, protección civil, educación, salud, cultura, arte y deporte.
Las cifras son alarmantes y evidencian que en Veracruz hay funcionarios que ‘no funcionan’ y son necesarios cambios en el gobierno; pero mejor aún, a los que no puedan o no quieran cumplir con sus tareas, desde este espacio se los pido, se los exijo como ciudadano, que de manera voluntaria y digna, mejor renuncien.
Seré su piedra en el zapato, los observaré con lupa y me convertiré en su dolor de cabeza, lo escribo muy en serio. Como dijera José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, más conocido como Guadalupe Victoria, “va mi pluma en prenda y voy por ella”, conste.