Cada 24 de octubre, cientos de niños son llevados a la Catedral Metropolitana de Xalapa vestidos de blanco y morado, simulando la vestimenta de obispo que en vida usó San Rafael Guízar y Valencia.
Frente al altar les dispersan agua bendita y son llevados a la que fue tumba del santo, para agradecer en algunos casos el que sanaran de alguna enfermedad.





