Flaco favor pretendía hacer a su “jefe político” el diputado Mario Delgado, pastor de la mayoría que representa el partido MORENA en la Cámara Federal de Diputados, con su pretensión de emular al “Viejo PRI”, cuando operaba las iniciativas y propuestas enviadas desde la oficina del Presidente, dejando sin oportunidad de debatir sus ideas, a las voces discordantes de entonces, con la aplanadora de la aplastante mayoría.
Se le olvidó al coordinador de MORENA en San Lázaro, que “no existe mayoría, sin minorías” ya que el binomio en mención, constituye la fórmula para legitimar a un gobierno, de lo contrario ningún sentido tiene la democracia sin participación de las minorías en la construcción de acuerdos para la elaboración de las políticas que deben ceñirse al programa de gobiern.
La pandemia ha ocasionado una paralización en todos los órdenes de la vida de los mexicanos y sus principales efectos que ya constituyen una catástrofe, son la insuficiencia de los servicios médicos e instalaciones hospitalarias especializadas para ese fin; y al mismo tiempo la quiebra económica, por la pérdida de empleos y el cierre masivo de negocios, empresas y actividades públicas y privadas de todo tipo.
La voz discordante en que se ha convertido el diputado Porfirio Muñoz Ledo, quien goza del reconocimiento y afecto de AMLO, podría llegar a crecer con tal magnitud que quebrantaría la unidad de sus correligionarios de Morena, puesto que hasta la burocracia plural (de todos los partidos) se le ha acercado para pedirle su consejo, de qué responder, al descuento que se les ha ordenado del 25% de su salario y de todo el aguinaldo correspondiente a este año. La respuesta no se ha hecho esperar y Muñoz Ledo se ha concretado a decir que: “quienes lo solicitan son ignorantes y abusivos” refiriéndose desde luego a los recaudadores oficiosos de esos recursos.
Con esa actitud de Muñoz Ledo, pareciera que pronto podría abandonar las filas de MORENA, aunque desde el movimiento democratizador de 1988, que encabezaron el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Porfirio, le abrieron las puertas al hoy Presidente López Obrador y durante más de 30 años, han cultivado el vínculo que difícilmente se logra entre políticos: la amistad.
Al Presidente AMLO lo quiere un gran sector de la población para la que gobierna, y solo debe cuidar no afectar a quienes unidos en sus intereses, podrían insubordinarse y dificultar la gobernanza.





