Murió el premio Nobel mexicano, Mario Molina

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), confirmó el fallecimiento del doctor Mario Molina, uno de los más distinguidos egresados de la Máxima Casa de Estudios y quien fue galardonado como el Premio Nobel de Química en 1995.
José Mario Molina Pasquel y Henríquez fue un ingeniero químico mexicano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (1965), destacado por ser uno de los descubridores de las causas del agujero de ozono antártico.
Fue correceptor junto con Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland del Premio Nobel de Química de 1995 por su papel para la dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra por parte de los gases de cloro, bromo, dióxido de carbono, etc. convirtiéndose en el primer ciudadano mexicano en recibir el Premio Nobel de Química.
Asimismo, sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas,​ el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico. Ya se le reconoce como Un mexicano universal.
Sus padres fueron Roberto Félix Molina Pasquel (Veracruz) y Leonor Henríquez (Veracruz). Su padre fue embajador de México en Etiopía, Australia y Filipinas. En 1960 ingresó a la Facultad de Química de la UNAM para estudiar ingeniería química. En 1965, después de graduarse, prosiguió sus estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo en Alemania, donde pasó casi dos años investigando en cinética de polimerizaciones. Entre 1967 y 1968, pasó algunos meses en París y en la Ciudad de México. En 1968 ingresó al programa de doctorado en fisicoquímica de la Universidad de Berkeley, California.
En Berkeley se incorporó al grupo de investigación del profesor George C. Pimentel.​ Molina obtuvo el doctorado en 1972 y permaneció un año más en Berkeley, antes de convertirse, en 1973, era investigador asociado en la Universidad de California, Irvine, junto con el Profesor Frank Sherwood Rowland.
Mario Molina fue nombrado miembro del profesorado de Irvine en 1975, liderando sus propias investigaciones a partir de entonces. Después de siete años en Irvine, Molina decidió explorar la vida profesional extraacadémica y se unió al Jet Propulsion Laboratory, en el grupo de física y química molecular.
Molina volvió a la academia en 1989, al incorporarse al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como profesor, y adquirió ciudadanía estadounidense. Desde 2005, fue profesor de la Universidad de California en San Diego.
Fue miembro de El Colegio Nacional y fue un miembro notable de la Pontificia Academia de las Ciencias.
Molina fue elegido asesor del equipo de transición del expresidente estadounidense Barack Obama para cuestiones del medio ambiente en noviembre del 2008.​ Desde abril de 2011 fue uno de los 21 científicos que forman parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama (PCAST)8​
Molina fue presidente de honor de la Asociación Mares de México, constituida en el año 2009 y dedicada a la conservación de los mares.​
Mario Molina presidía el Centro Mario Molina​ para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente.
Realizó diversas investigaciones en el ámbito de la química ambiental sobre el problema del ambiente. En 1974, Rowland y Molina daban cuenta de los resultados de sus investigaciones en un artículo publicado en la revista Nature. En él advertían de la creciente amenaza que el uso de los gases CFC suponía para la capa de ozono, aviso que en aquel momento fue criticado y considerado exagerado por un sector de investigadores. Sin embargo, la tenacidad y el convencimiento que depositaron en sus propias teorías conquistó las mentes más incrédulas. Tras arduas deliberaciones Molina y Rowland consiguieron la aprobación a sus tesis en encuentros científicos internacionales y estuvieron presentes en las reuniones en las que se fijaron los parámetros de control que debía hacer cada país en la emisión de CFpo.
En 1989 Mario Molina pasó a trabajar en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planrias y de el instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) como investigador y profesor. Y en 1994 su trabajo le brindó, en este caso del entonces presidente de Estados Unidos, que le nombró miembro del comité que le asesoraba sobre asuntos de ciencia y otro reconocimiento tecnológico, al que pertenecían 21 científicos.
EL PREMIO NOBEL
El punto culminante de su trayectoria de trabajo y perseverancia en pro de su preocupación por un problema que afecta a todo el planeta llegó el 11 de octubre de 1995. Mario Molina recibió junto con Sherwood Rowland el Premio Nobel de Química por ser los pioneros en establecer la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera. El galardón también se concedió al holandés Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Mainz (Al), quien halló en 1970 que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse.
El 4 de diciembre de 1995, Molina, Rowland y Crutzen fueron premiados además por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) por su contribución a la protección de la capa de ozono.
Molina obtuvo también los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987) que concede la American Chemical Society, el Newcomb-Cleveland de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (1987) por un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) (1989) en reconocimiento a sus logros científicos.
Mario Molina señaló en alguna ocasión que cuando eligió el proyecto de investigar el destino de los CFC en la atmósfera lo hizo simplemente por curiosidad científica. No consideró las consecuencias que conllevarían sus estudios, pero cuando se dio cuenta de la envergadura de su descubrimiento se sintió sobrecogido, porque su aporte no sólo ha contribuido a la comprensión de la química atmosférica, sino que además ha supuesto un profundo impacto en la conciencia ecológica de todo el mundo. Actualmente es un activista en política de la ciencia.
El 15 de octubre de 2015 se inauguró el Edificio Mario Molina en la Ciudad Universitaria de la UNAM, un espacio que vincula la investigación entre la Facultad de Química y la Industria. Fue construido como parte de la celebración de los 100 años de la Facultad de Química y está orientado a brindar soluciones a problemas relacionados con la protección ambiental, el uso de energía y la prevención del cambio climático.
En junio de este año, 2020, el Partido de Acción Nacional (PAN) lo ha propuso para el cargo de subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de México.