Juan Javier Gómez Cazarín
Un virus de origen desconocido surge de pronto y amenaza a la humanidad entera. Los infectados por el contagio se convierten en zombis que atacan a otras personas, convirtiéndolas a su vez en más zombis y multiplicando de forma exponencial el monstruoso ejército que persigue a un incansable Brad Pitt.
Después de recorrer medio mundo y sortear con éxito las oleadas de ataques zombis por casi dos horas, Guerra Mundial Z acaba como acaban casi todas las películas: con final feliz. Como se esperaba del héroe, Brad Pitt salva a la humanidad al descubrir una especie de vacuna contra la infección.
Me llamó la atención algo. Visualmente, los cineastas retratan el final feliz de la película con imágenes de personas siendo vacunadas. Los zombis no han desaparecido y se espera que la batalla por erradicarlos por completo sea larga y cruenta. Pero ahora la humanidad tiene una esperanza. Poco a poco hay más personas vacunadas.
Es interesante ese final feliz de la película, porque creo que así estamos nosotros y nosotras. No hemos vencido al coronavirus y se nos anticipa todavía una batalla larga que, lamentablemente, no estará exenta de pérdidas humanas.
Pero ahora tenemos esperanza.
Los últimos tres días en Xalapa flotó en el ambiente una ligera sensación de final feliz de película, cuando miles de adultos mayores acudieron en orden a recibir la primera dosis de su vacuna contra el Covid.
Esas personas y sus familias seguramente salieron de ahí con la sensación de haber dado un paso importantísimo para acercarnos al final de esta pandemia.
Resulta muy destacable el esfuerzo del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador por llevar la vacuna gratis a todos los adultos mayores, por orden alfabético de la letra de su apellido, sin favoritismos y sin influencias.
Después de los adultos mayores seguirá el resto de la población. Ahora sabemos que, en unos meses, esta pesadilla habrá terminado, sin ayuda de Brad Pitt.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.