Lenin Torres Antonio
Hay un latinismo denominado flatus vocis que significa llanamente “soplo de voz”, y más coloquialmente, “palabra vana, sin contenido”, que recobra actualidad para describir un acto humano que paradójicamente implica voz y contenidos, que es “la política”, sinónimo de debate de ideas y reflexiones sobre la res pública, sobre las cuestiones de “la polis” y la viabilidad de lo público.
No podría tener mayor relevancia ese latinismo si pensáramos que todo está dicho sobre lo público, y que sólo faltaba palabras acústicamente bellas para embellecerla, pero no es así, las cuestiones de lo público atraviesan un período de re-pensamiento, de crítica sobre cuestiones que de sobra pensábamos si habían dicho todo, cómo el concepto de lo humano, o que cuando menos, habíamos estado seguro que sabíamos cuales eran las características que lo definían, cómo que el hombre es un animal racional y comunitario, capaz de hacerse con conocimientos para determinar su entorno para la mejora y el desarrollo evolutivo, que los estadios de ese proceso hasta escalar la pirámide evolutiva podríamos ubicarlos históricamente, y que era cuestión de que su sagrada ciencia le proporcionara las herramientas de conocimientos y técnicas para garantizar su permanencia terrestre y su predominio.
Nunca pensamos que el latinismo que popularizó Hobbes, homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre o el hombre es un lobo para el hombre) terminaría por ser la mejor forma de describir esa naturaleza humana, pulsional y violenta, imaginativa y sexual, Narcisa y desvalida, resentida y mentirosa, etc., dejando a un lado esa tradición de conocimiento que se aferraba a definirla todo lo contraria.
Hace un tiempo, cuándo “la política” servía para consecución del poder público con fines estrictamente personales, cuándo eclipsados por el gran Tlatoani la gente muda y sorda vivía junto al otro sin cuestionar su papel en la construcción de los espacios públicos, y las cuestiones de lo público era un asunto de pocas personas, de los profesionales de la buena retórica, y la socialización y el marketing, conocí a una joven que junto con otras más, hicieron una meteórica carrera política, sin pensar que por ser mujeres no tendría derecho a superarse y a incursionar en el terreno de la política, que casi estaba reservado en esos tiempos a los hombres, y que además no eran la excepción en relación al sexo contrario, pues también fui testigo de meteóricas carreras políticas de jóvenes, hijos de connotados políticos, los viejos dinosaurios, jóvenes proveniente de las escuelas de oradores, etc., pero hago mención de esa joven porque fundó un movimiento juvenil que denominó juventud dinámica, que cómo todas las organizaciones políticas juveniles servían para la comparsa de los políticos y de los partidos, y alguno que otro u otra tuvo la suerte de ser ungidos por el gran Tlatoani a formar parte del poder político y público, así vi como fueron promovidos a puestos de elección popular y gubernamentales un número selecto de jóvenes, y el secreto para lograr tales accensos era tener la suerte de acercarse a los hombres del poder en turno, y entre más cerca del gran tlatoani mejor, y si fuese directamente protegido por el mismo Tlatoani mucho mejor.
En mis años mozo, he de confesarles que dirigí las juventudes populares del PRI, aunque formado en el área académica de humanidades, específicamente proveniente de la facultad de filosofía como consejero alumno y líder estudiantil de la U.V., en poco tiempo comencé a ejercitar un actitud crítica e inocente, con cierta reticencia me acerqué a una experiencia política dónde las cosas ya estaban escritas, es decir, como la liturgia de la iglesia todo estaba premeditado, no había forma de llevar la contraria, y si lo ejercitabas, seguro eras censurado por no entender que “el que se movía no saldría en la foto”, con el tiempo comprendí que esa actitud crítica me haría alejarme de la militancia partidista, como sucedió.
Recuerdo cuando en plena resaca de unas elecciones locales dónde el partido dominante había perdido casi la mitad de los municipios con su “acérrimo rival político-electoral”, hoy grandes aliados, preparé un documento para intentar intervenir en el poderoso Consejo Político Estatal, que por cierto nada de poderoso tenía, pues todo estaba dictado anticipadamente por el gran Tlatoani (el gobernador), no obstante, decidido a participar redacté un documento dónde pedía que se democratizaran las instancias de decisión del partido y que se consultara a la militancia, llegado el día, en pleno Consejo Político me puse de pie y pedí que se me incluyera en al orden del día del Consejo Político, en respuesta una buena parte de los asistentes del Consejo me abuchearon y me lanzaron una retahíla de insultos y me conminaron a sentarme y callarme, cómo no hice caso, la secretaria del Consejo Político no le quedó más que prometer leer mi escrito y lo hizo en asuntos generales sin la mayor trascendencia.
Inocente, porque no sabía qué era hacer política a la vieja usanza, y nunca aprendí, así que pensando que en la política se debía poner en ejercicio el debate de ideas, me moví con ese pensamiento de fondo y terminé por renunciar a estar en ese partido que sabía que nunca ejercería una autocrítica necesaria ni mucho menos una renovación democrática por el bien de México y por el bien del mismo partido, al poco tiempo, me fui a Madrid a vivir y presencié su muerte anunciada y la perdida de la presidencia del partido a manos del guadalupano Vicente Fox, que a la postre fue otro fracaso más.
Durante ese corto tiempo que incursioné en política partidista, presencié cómo se movía los hilos del poder, cómo se ejercía la política de la simulación y la corrupción, y cómo los ideales de justicia social y libertad quedaban debajo de las camas de los señores del poder en turno.
He recibido mucho crítica y acusaciones infundadas por apoyar la Cuarta Transformación de México que encabeza nuestro presidente de la república, y como nunca ejercí ningún poder gubernamental ni popular, y que siempre tuve una actitud critica que me llevó al ostracismo, tengo la consciencia tranquila, y ejerzo mi plena convicción intelectual, ideológica y académica que México debe transitar hacia la verdadera democracia, y que la clase política y el poder económico que provocó la quiebra del estado mexicano y sus instituciones no se les debemos permitir jamás regresar al poder público.
Me preocupa que no haya política como debate de las ideas, que sea el flatus vocis la mejor forma de describir a la política y a muchos actores, principalmente a la oposición a AMLO, porque si no tiene enfrente con quien debatir con ideas sólo queda un terreno estéril de descalificaciones, violencia y retórica, y eso jamás será bueno para la democracia ni para construir un Estado Mexicano fuerte y autónomo que merecemos los mexicanos.
Regresando al movimiento juvenil, “juventud dinámica”, en una ocasión me acerqué a unos de sus miembros a preguntarle qué ideas los identificaban en su participación política, qué proponían como movimiento juvenil para solucionar los problemas del país, mi interlocutor sólo logró articular alguna generalidades, como. “que los jóvenes deben participar” y “que deben ser activos”, aunque lo único que hacían era lanzar vítores y porras a los políticos más cercanos y al mismísimo gran Tlataoni (gobernador) en sus apariciones públicas.
Uno pensará que esos tiempos y esas formas de flatus vocis, las palabras vanas sin contenidos son de los tiempos pasados del presidencialismo en toda su esplendor, pero no, las palabras vanas sin contenidos son parte de la vida cotidiana de la actividad política en México, principalmente en la guerra sucia contra la 4ª Transformación de México que encabeza Obrador, ya sea compartiendo los bulos y los memes que la derecha inundan las redes sociales, ya sea en las expresiones discursivas de personajes tránsfugas y nuevas expresiones partidistas, que junto con la alianza opositora PAN-PRI-PRD, no son capaces de presentar un proyecto alternativo de país y propuestas a la solución de los graves problemas que vive la sociedad mexicana.
Sobre estas últimas expresiones partidistas locales y nacionales escribí hace un tiempo, que son parte de los colados y los profesionales (chambistas) de la política que montaron partidos políticos variopintos exclusivamente para luchar por espacios de poder a la caída del régimen anterior, y como las ratas al hundirse el barco salieron de sus madrigueras y se lanzaron al agua para salvarse, situación que cuestiona la calidad de la democracia en México.
A la caída del bipartidismos que gobernó México en las últimas tres décadas, trajo como consecuencia que miles de “profesionales de la política” se quedaran sin trabajo (chamba), y esto provocó que viéramos la constitución de un sinnúmero de partidos políticos, como empresas para generar empleo, tanto nacionales como locales, todos con una característica, sin un ideario político que los distinga y los diferencie, todos construidos por escisiones del PRI o del PAN, así podemos ver que en el afán de parecer originales se apropian de nombres, leyendas, etc., como por ejemplo, en varios estados han surgido émulos del movimiento político de izquierdas surgido en España en los movimientos de protesta del 15 de mayo de 2011, también llamado “movimiento de los indignados”, que posteriormente se convirtió en un partido político de izquierda, hoy llamado Podemos, que gobierna en coalición con el PSOE España; y muy a la mexicana, se apropiaron del nombre pero sin el mínimo conocimiento ni el manejo de las tesis que surgieron en ese movimiento social en España.
Así vemos a esas expresiones partidistas organizarse sólo estructuralmente, con declaraciones de principios todas iguales, sin la más mínima convicción ideológica, y si con el fin de arribar “al pinche poder”, así han surgido a nivel nacional Redes Sociales Progresistas RSP y Fuerza por México FM, y en Veracruz, Todos por Veracruz; Partido Cardenista, Unidad Ciudadana, y el referido partido Podemos.
Les invito hacer un simple ejercicio para ejemplificar lo que estoy diciendo, cuando los busquen para pedirles el voto o que se afilien, háganles una simple preguntan, ¿qué los distingue de las demás opciones políticas?, y seguro van a comprobar su falta de coherencia, definición, repeticiones de análisis pobres y comunes, y a la postre van a percatarse que no saben ni qué están defendiendo, y que no tienen la más mínima idea de cómo resolver los graves problemas de los ciudadanos, van a encontrar poses, retahílas de frases inconexas y retóricas pobres voluntaristas.
Al respecto hace poco vi patéticamente como una conocida, exmiembro distinguida del PRI, ser presentada como Comisionada Nacional de Redes Sociales Progresistas, sin el menor pudor leer un discurso plagados de expresiones voluntaristas, fraternales. lisonjeras y emotivas, sin la más mínima propuesta de ideas que pudiéramos decir originales y pensadas para resolver, como dije, los graves problemas del país y del estado, expresiones como:
“Estos nuevos tiempos se requiere de nuevas caras, de nuevas maneras de hacer trabajo a favor de los demás. Y de un nuevo partido que responda a los cambios y a los retos actuales”, pensando que sólo se requiere nuevos rostros, que por cierto no lo son, comenzando por el de ella, nuevas maneras, cuáles son esas nuevas maneras, nuevos partidos, tan sólo de siglas, pues su no propuesta son esa “palabras vanas sin contenidos”, y así, retahíla de expresiones inconexas, “Redes Sociales Progresistas es ese nuevo partido que el país y Veracruz necesitan”, o como esta rica expresión inconexa semánticamente, “un partido que como ustedes saben muy bien, busca sanar las heridas históricas que nos afectan y que se han convertido en crisis como son: la económica, la política, la social y ahora la sanitaria”, “las heridas históricas son la causa de la crisis pública que vive México”, extraordinaria conexión necesaria, p entonces q, y que además debe ser verdadera, que es lo mismo como decir, si llueve entonces hay crisis pública, en fin, intervención discursiva riquísima en flatus vocis, en fin, con estas expresiones partidistas pretenden algunos sorprender y cambiar el destino de México, en el fondo es la simple lucha por espacios de poder público.
La política actual en México, se presenta con dos frentes, por un lado, está el frente “flatus vocis” constituidos por estás expresiones partidistas, la alianza opositora PRI-PAN-PRD, la oligarquía y el poder mediático en su intento de volver a la cultura de la simulación y la corrupción que tanto gangrenaron la vida pública del país, y causaron la crisis pública que vive actualmente México, y por el otro, la 4ª Transformación social y política que representa la transición democrática hacía la consolidación de un nuevo régimen político democrático, el proyecto de país que defiende la 4ª T. tiene que ver con la recobrar la cultura de la legalidad, la justicia social, el estado de derecho y restituir la funcionalidad del estado mexicano y sus instituciones.
No hay otra opción de lectura de la realidad política de México, o retornamos a la cultura de la simulación, el engaño y la corrupción, al equilibro pernicioso entre los intereses de la oligarquía y los públicos, a volver estar gobernados por los profesionales de las flatus vocis, una clase política decadente e ineficientes, o, consolidamos la transición democrática y la 4ª Transformación pacífica de México que encabeza nuestro presidente de la república mexicana Andrés Manuel López Obrador.
Abril de 2021