“¡No te vayas!”. Sin soltar su oso de peluche y agitando la mano, un niño le lanza ese grito a la mujer que lo deja abandonado, de noche, a orillas del Río Bravo, en la frontera entre México y Estados Unidos.
Con el río Bravo prácticamente seco, la noche lucía perfecta para cruzar ilegalmente desde Ciudad Juárez hacia El Paso, fuertemente resguardada por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
El menor llegó acompañado de una pareja y jugaba despreocupado hasta que la mujer lo llevó al territorio estadounidense.
Asustado, empezó a gritar con desespero.
Al escuchar los gritos del pequeño, la mujer regresó brevemente, pero al final lo dejó solo.
“¡Acá, acá! ¡No, no! ¡No te vayas, no!”, grita el niño, quien por momentos se queda sin voz por el esfuerzo para hacerse escuchar desde una elevación natural al otro lado del río.
Los gritos y el llanto del menor alertaron a miembros de la Patrulla Fronteriza, que luego de unas breves preguntas subieron al niño a una camioneta y se lo llevaron del sitio.
En las zonas fronterizas se conoce de casos de mexicanos indocumentados en Estados Unidos que piden a familiares o a traficantes de personas que les lleven a sus hijos a la zona limítrofe para ellos recogerlos ahí.
Tras la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, se ha multiplicado el número de migrantes que intentan cruzar ilegalmente desde México. Solo en abril fueron hallados 17.171 menores no acompañados.
Como parte de las medidas más flexibles adoptadas por Biden, los niños que llegan sin compañía permanecen en Estados Unidos, al contrario de los adultos que tras ser detenidos son deportados.
En abril se registraron unas 178 mil detenciones de indocumentados en la frontera con México, en su mayoría centroamericanos, la cifra más alta en 20 años, según autoridades estadounidenses
Con información de AFP