Por Miriam Gracia
Desde siempre, el Sindicato de Profesionistas Administrativos de la Universidad Veracruzana navegó bajo la ilegalidad y a su lideresa, Martha Dolores Herrera Hernández le ha perseguido una nube de señalamientos de corrupción y malos manejos financieros, incluso de sus propios agremiados.
Cuando llegó la tormenta y la extinción de esta agrupación por fin se produjo, no fue novedad, ni extrañó a nadie. Para haber nacido con tantas irregularidades, vivió demasiado. Seguramente, el rector de la UV, Doctor Martín Gerardo Aguilar Sánchez, ya sabía de estas anomalías que eran el pan de cada día en la vida universitaria. De la misma forma que se sabe que Martita, aún hoy en día responde a los intereses de la ex rectora, Sara Ladrón, quien tiene en ella a una fuente de información semanal de cuanto ocurre en nuestra máxima casa de estudios, todas las noches sin falta, manda tarjetas con detalles hasta la millonaria casa de Ladrón de Guevara. Todos y cada uno de los procesos y procedimientos que realizó Martha fueron al margen de la legalidad y transparencia, pero cobijada por la ex rectora, quien no solamente encubrió estas acciones sino que, días antes de su partida como rectora de la Casa de Estudios, participó autorizando recategorizaciones de todas las plazas de los integrantes del comité directivo de la AFECUV, en especial a sus incondicionales.
Menudo problema se quito de encima, el ingeniero Enrique Levet Gorozpe, secretario general de la Federación Estatal de Sindicatos y Asociaciones del Personal Académico de la Universidad Veracruzana (FESAPAUV), ya que Martha Herrera ha argumentado todo el tiempo que él es una parte fundamental para que esté al frente de la asociación. Mentira o verdad, pero la dama en cuestión ha utilizado y mucho el nombre de Levet Gorozpe, quién es bien reconocido por la universidad.
Los fantasmas del pasado poco a poco se esfuman y poco o nada quedan de esa desastrosa organización fraudulenta que sólo buscaba lucrar con las necesidades de los trabajadores de la Universidad Veracruzana. Javier Duarte de Ochoa apoyó a esta mujer con todo el poder del aparato gubernamental, sin embargo Martha Herrera Hernández fue de las primeras personas en traicionar al hombre que depositó no tan sólo su confianza en ella, sino también millones de pesos en su proyecto, mismos que por supuesto nunca llegaron a sus agremiados, fueron a parar a sus cuentas bancarias personales; dos casas en fraccionamientos privados; un departamento de lujo con vista al mar en el Puerto de Veracruz en donde por cierto es vecina de tres ex funcionarios duartistas (dos de ellos prófugos); tres camionetas de más de un millón y medio de pesos cada una; un terreno en Emiliano Zapata y una chequera para un joven cubano quien le enseñaba a bailar salsa…aunque las malas lenguas cuentan que hace tres meses, se la llevo al baile…