José Ortiz Medina
La deuda veracruzana es un motivo de fuertes discusiones, sobre todo a la hora de determinar su monto. Pero más allá de la polémica sobre las cifras hay dos verdades incontrastables: en las tres administraciones anteriores a la actual el ritmo de crecimiento de la deuda fue alarmante y su volumen adquirió proporciones catastróficas que pusieron a nuestro Estado al borde de la quiebra.
Sobre el papel de la presente administración en torno del tema también hay una intensa discusión. El problema es que generalmente se confunden los rubros que componen la deuda metiendo interesadamente pasivos de distinta naturaleza en un mismo costal, como recientemente lo hizo la oposición para sostener que la deuda había aumentado en estos primeros tres años de gobierno de la 4T.
Pero si nos atenemos estrictamente a las definiciones técnicas y contables, sin dejarnos guiar por las pasiones políticas, el panorama real de la deuda veracruzana es el siguiente con respecto de 2018: al interior del Balance, la Deuda Bancaria ha disminuido ligeramente al pasar de 44,355 a 43,975 millones de pesos (mdp), mientras el rubro de Otros Pasivos pasó de 15,299 a 9,378 mdp, lo que constituye una reducción de 40 por ciento. Indudablemente, el balance financiero de Veracruz es mejor que al inicio del sexenio.
Fuera del Balance están las llamadas Cuentas de Orden, definidas como registros que se utilizan para anotar eventos u operaciones que no afectan el activo, pasivo o patrimonio de la empresa y que no implican un cambio en la estructura del balance general, representando derechos o responsabilidades contingentes (que podrían o no concretarse). En ese sentido, se trata de cuentas “de transición”, temporales o “puente”. Un ejemplo muy claro son los compromisos derivados de juicios laborales pendientes de resolución que, en caso de que se pierdan, pasarán a formar parte del pasivo afectando así el patrimonio del ente.
En las Cuentas de Orden hay saldos a favor y en contra. Sólo algunos pueden considerarse como deuda. Es el caso de Otros Créditos y Operaciones en Proceso de Aprobación. En el primer caso se trata de los créditos FONREC y PROFISE cuyo monto era de 5,981 mdp en 2018 y que hasta la fecha permanecen sin cambio alguno. En el segundo caso, se trata de pasivos generados en administraciones pasadas que están en proceso de análisis para su reconocimiento o depuración y que han disminuido de 21,571 en 2018 a 15,372 mdp en junio de 2022, lo que significa 28.7 por ciento menos.
En total, estos dos renglones sumaban 27,553 mdp al inicio de la presente administración y han pasado a 21,353 mdp en la actualidad, lo que significa 6,199 mdp o -22.5 por ciento.
Como se puede ver, en las Cuentas de Orden el desempeño de la actual administración no ha sido malo pero siguen en un nivel que representa un reto.
La Secretaría de Finanzas debe seguir depurándolas paulatinamente para disminuir la incertidumbre sobre su impacto futuro en el Balance, lo que favorecería una mejora de las perspectivas financieras de Veracruz.