Por Roberto López Barradas
Desde hace más de 30 años, hay una frase común entre la gente económicamente activa, que es: esta fuerte la crisis económica; data de un poco antes de la devaluación del peso de 1994, comentario sin ningún tinte político, ya que comúnmente, no me gusta abordar ningún tema desde un enfoque que se relacione con la política, respeto mucho la manera de pensar de cada quien, aún más en ese terreno ideológico, donde es sumamente difícil llegar a un acuerdo o coincidir con el resto de la gente.
Ésta acotación, es a manera de antecedente sobre la reflexión de ésta entrega, que tiene que ver con las finanzas de las personas y la situación que vivimos actualmente, que se ha agudizado en los últimos meses, generando un estado de incertidumbre para la mayoría en el plano presupuestal, desde el seno de las familias, consecuencia de una recesión económica generada por la pandemia, que dicho sea de paso, estuvo a punto de colapsar al país y al mundo entero – tampoco quiero pecar de experto en finanzas sólo deseo plasmar el sentir de muchas personas con las que he coincidido, en charlas cotidianas en los últimos días.
Aprovecho, para comentar, que no elijo el tema al azar, ya que todas y cada una de mis disertaciones, son derivadas de las experiencias, circunstancias y/o coincidencias que se me presentan en el trato con las personas, además de hacerlo con el discernimiento del espíritu (así lo creo), entendiendo que cuando un tema es recurrente durante varios días o un par de semanas, confirmo que esa es la idea principal para escribir esta columna, que también es suya, ya que son hechas para que usted pueda compartirla con sus familiares, amistades, compañeros de escuela, trabajo, cuando así lo considere, con lo cual me siento más que honrado y agradecido, me siento bendecido por aportar un granito de arena en la reflexión de los valores, y la fe que tanto necesitamos. También lo invito a que si hay algún tema en particular que quisiera que comentáramos, se sienta con la libertad de escribirme a mi correo electrónico: robertlb76@hotmail.com, o a través de un comentario en mis redes sociales en Facebook: Roberto López Barradas; Instagram: Robert_lopez_barradas.
Es alarmante la situación económica que vivimos, platicando con algunas personas en los últimos días, es evidente que existe una crisis en el poder adquisitivo de la gente, no alcanzan los salarios para cubrir al 100% las necesidades del hogar, teniendo que buscar una fuente alterna para generar más ingresos, ante la alza de precios de la canasta básica y todos los servicios de una casa como son: la luz, el agua, el gas, el sistema de cable, el internet, la gasolina del auto, además del saldo de los teléfonos celulares cada vez más caro, insumos todos necesarios para cualquier familia.
La rutina se vuelve agobiante, cuando las deudas, las preocupaciones, nos roban el sueño, la paz, generando hasta un estado de ansiedad, por no encontrar la salida a las tribulaciones, ocasionando que haya descuido entre las familias, se pierda el tiempo de calidad con los hijos, los padres, los abuelos; siendo lo más grave de ésta situación, el perder el gozo por vivir, la alegría de contar con una familia, un hogar, un trabajo y los días de descanso para disfrutar de la compañía de todas esas personas que amamos y nos aman.
Es mi deseo animarlo a no sucumbir ante las circunstancias, sino por el contrario, se regocije en el amor de Dios, quien puede suplir todas nuestras necesidades, conforme a su voluntad, misericordia, y su gracia; debemos recordar que aun cuando no haya abundancia, podemos acudir a Él y descansar en Él, con la confianza de que tiene el control de todas las cosas, y recuperar el gozo y la felicidad por vivir, sin importar que haya necesidades momentáneas. En diversas ocasiones, me he encontrado ante una crisis donde he estado a punto de perder la fe y las esperanzas de salir adelante, sin embargo, ahí es cuando recuerdo las promesas de Dios para con nosotros, entonces procuro escuchar una alabanza o ver una conferencia en alguna plataforma digital o busco un lugar a solas, apartado de los demás, para orar al igual que Jesús lo hizo en repetidas ocasiones.
Te invito a que hoy dediques un tiempo para hablar en lo íntimo con nuestro padre celestial y descanses en su infinito amor, así como lo declara el libro de Habacuc capítulo 3, versículos 17-18: “aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en la vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!





