El mexicano “estaba ebrio y disparando su rifle”: hondureño que sobrevivió a masacre en Texas

Jefrey Rivera vio cómo su vecino, Francisco Oropeza, se aproximaba a su casa con un rifle AR-15. Lo único que se le ocurrió es ir por su machete. Pero cuando lo tomó, era demasiado tarde. Oropeza, mexicano, había asesinado a su esposa, Diana Velázquez, y a otros familiares.

La policía estadounidense busca a Oropeza, un hombre de 38 años acusado de asesinar a cinco hondureños, incluyendo un niño de ocho años, en la localidad de San Jacinto, en Texas. De las cinco víctimas, tres eran mujeres.

Rivera confirmó que el problema comenzó cuando le reclamaron al mexicano por estar haciendo disparos con su rifle a deshoras. Explicó que se quejaron porque los niños no podían dormir. Pero el hombre estaba ebrio, según notó Rivera, y arrastraba la lengua.

A Oropeza no le gustó que le reclamaran y entró armado a la casa de Rivera y su familia, poco después de las 23 horas del viernes. ”Yo miré que el hombre venía con un rifle para adentro de la casa. Entonces me fui a traer algo y encontré un machete, pero cuando lo agarré escuché todos los disparos”, dijo Rivera al canal hondureño HCH.


Francisco Oropeza

Los hondureños tienen residencia legal en Estados Unidos. Rivera contó al medio que entró “por otro lado de la casa” y se topó de frente con Oropeza, quien ya había matado a su esposa y familiares. La policía dijo que los disparos iban de la nuca hacia arriba, estilo “ejecuciones”.

Cuando se toparon, Oropeza le dijo al hondureño: “Hoy sí te mato”, a lo que éste respondió: “Mejor te mato yo primero, porque ya me chingaste a mi familia”.

En un descuido de Oropeza, el hondureño salió de la casa y pidió ayuda a la policía. Los oficiales encontraron los cuerpos de tres mujeres. Dos de ellas quedaron encima de niños sobrevivientes, y las autoridades dijeron que al parecer ellas los protegían. Rivera lo confirmó. Uno de esos cuerpos era el de su esposa Diana, quien se ocultó en el closet junto a la esposa de un sobrino y los niños. “Mi esposa dio su vida por mis hijos”, señaló el hondureño.

Además de Diana, fueron asesinados: Sonia Argentina Guzmán Taibot y su hijo Daniel Enrique Lazo Guzmán, de 8 años; Obdulia Molina y Josué Jonatán Cáceres, quienes eran pareja.

Todos los adultos murieron en el lugar del crimen. El niño logró llegar al hospital, pero no pudieron salvarlo.

Las autoridades ofrecieron 5 millones de dólares por información que ayude a la captura del mexicano, quien ya había recibido la visita de la policía con anterioridad debido al mismo problema de los disparos que hacía con su arma.

Mexicano que mató a 5 hondureños en Texas “podría estar en cualquier parte”, dice alguacil

Autoridades locales en Texas dijeron este sábado que el autor del tiroteo que acabó con la vida de cinco personas de nacionalidad hondureña, incluido un niño de 8 años, “podría estar en cualquier parte”, por lo que se ha ampliado el perímetro de búsqueda.

“Ahora podría estar en cualquier parte”, afirmó en una rueda de prensa el sheriff del condado de San Jacinto (Texas), Greg Capers, quien ha liderado la respuesta al trágico suceso.

Según Capers, el perímetro de búsqueda ha pasado de unos 12 o 15 kilómetros cuadrados a 25 o 50 kilómetros cuadrados.

En principio, las autoridades pensaban que tenían acorralado al sospechoso en una zona boscosa no muy lejos de donde había ocurrido el tiroteo; pero, tras una intensa búsqueda, encontraron abandonado el teléfono con el que le habían seguido la pista, así como varias prendas de ropa de las que se había deshecho.

Capers explicó que los perros del departamento de prisiones de Texas siguieron la pista al sospechoso durante cierto tiempo, pero perdieron el rastro cuando llegaron a un río.

El autor del tiroteo ha sido identificado como Francisco Oropeza, de 38 años, y nacionalidad mexicana. Las autoridades locales de Texas han ofrecido una recompensa de hasta 5 millones de dólares a quien tenga cualquier tipo de información que conduzca a su arresto.

Varias agencias del gobierno federal, incluido el FBI, están colaborando en la investigación del tiroteo, que se produjo en la localidad de Cleveland, en el condado de San Jacinto y a unos 80 kilómetros de Houston.

“Armado y peligroso”

En la misma rueda de prensa, el agente a cargo de la oficina del FBI en Houston, James Smith, advirtió de que el autor del tiroteo está considerado “armado y peligroso” e hizo un llamado a los vecinos para que tomen precauciones y estén alerta, de manera que puedan avisar a las autoridades si le ven.

Sin embargo, pidió a los vecinos que no “tomen la justicia por su mano” y que avisen a la Policía si lo ven.

Capers explicó que el autor del tiroteo podría estar armado, pero indicó que el fusil de asalto AR-15 con el que perpetró el tiroteo está en manos de las autoridades.

El sospechoso era conocido en el vecindario porque le gustaba disparar en el jardín de su casa con un fusil AR-15 y la policía ya había tenido que intervenir en un par de ocasiones, detalló Capers.

En la noche del viernes, el autor del tiroteo estaba en el jardín de su casa disparando con su fusil AR-15 cuando uno de sus vecinos se le acercó y le pidió que dejara de disparar porque ya era muy tarde y un bebé estaba intentando dormir.

El sospechoso respondió irrumpiendo en la vivienda de sus vecinos para dispararles en el cuello y la cabeza, como si se tratara de una “ejecución”, describió Capers en otra rueda de prensa a primera hora del sábado.

La identidad de las víctimas

Esta tarde, Capers ofreció los nombres y edades de las personas que perdieron la vida tras haber recibido autorización de las familias.

En concreto, los nombres de los fallecidos son Daniel Enrique Lazo, de 8 años; Sonia Argentina Guzmán, de 25 años; Diana Velásquez Alvarado, de 21 años; Obdulia Molina Rivera, de 31 años, y José Jonathan Cáceres, de 18 años.

Según Capers, cuando los agentes llegaron a la vivienda se encontraron a los adultos ya sin vida, mientras que el menor fue trasladado en helicóptero a un hospital, donde murió.

La policía vio cómo dos de las mujeres fallecidas estaban en el dormitorio de la vivienda y sus cuerpos estaban encima de dos de los niños que sobrevivieron, en un aparente intento de protegerles de las balas.

Las diez personas que estaban dentro de la casa vivían juntas, aunque no formaban parte de la misma familia.