Por Luis Humberto Tejeda Taibo
En la política no hay sorpresas, hay ingenuos y soñadores.
Las cartas están echadas: el oficialismo y la oposición preparan sus equipos, sus ejércitos electorales para enfrentarse y darse con todo.
México es un botín, que bien vale la pena, disputarse.
Los privilegios perdidos por una élite política, comunicacional y empresarial, la fuerzan a provocar tempestades y un furioso embate en contra de quienes han osado retirarle sus canonjías.
Qué importa si ese bodrio mal se llama PAN, PRI o el Frente Amplio; qué importa que el pueblo de a pie y que lucha día a día por llevar su sustento a casa y que hoy recibe apoyos sociales, los pierda.
La macroeconomía para una élite es más importante que un plato en la mesa de una familia pobre.
Así las cosas, queridas amigas y amigos, se aprestan los ejércitos de ambos bandos para la lucha por el poder.
No queda más que reflexionar de qué lado se va uno a colocar: del de la justicia social y el bien común, o el de la preservación de una élite que desea desesperadamente recuperar lo que ellos reclaman suyo.
¡Es cuánto!