Xalapa, La Joya de la corona. Xalapa, esa dama intangible en lo cultural, social y político. Xalapa, esa dama inasible, que se pierde en la bruma y la neblina del tiempo…
“No podemos perder Xalapa”, habría dicho el cacique Ahued a la oriunda de Zacatecas. Y el Rey del Plástico abundó: “No podemos perder Xalapa… no podemos darnos ese lujo”.
Entonces la candidata a gobernadora fue enfática, casi contundente: “Ricardo, te encargo Xalapa, tú eres el responsable”.
Y entonces el hidalguense contestó sin titubear: “de Xalapa, yo me encargo”.
“…pero hay un detalle…”, atajó casi de inmediato el empresario-político.
“Dime, lo que sea, pero tenemos que ganar…”, respondió la cuasi-Gobernadora.
-“Que yo decida al candidato”.
-Ya estás. Arreglado.
Y hasta ahí pudo escuchar y ver nuestro informante. Al percatarse de su presencia, los interlocutores decidieron cuidarse más de los impertinentes testigos.
Pero la imaginación -esa impertinente jinete de la mente- dio rienda suelta a la elucubración, que a fin y al cabo es de las pocas actividades lúdicas que ennoblecen y enaltecen el entendimiento.
Y entonces, la imaginación se puso a galopar…
¿Cuál habrá sido la segunda parte de esa conversación? Y tras sesudas horas de análisis se habría llegado a una probable pero tampoco desdeñable deducción. ¿Acaso trataríase de la candidatura a la diputación local por el distrito de Xalapa-Urbano? Varios nombres saltan en la raquítica y desmenguada memoria, pero al final la lista se decanta en un solo prospecto: un empresario-político que casi es un clon de Ahued, con actual experiencia edilicia, compadre y casi socio del alcalde. Relativamente joven, inteligente y carismático. Restaurantero. El nombre ya lo tienes en tu mente, estimado lector, lectora, si es que de información política estás enterada o enterado. Conste que aquí dimos la primicia. (En Corto/ José Ortiz).