La ex Oficial Mayor de la Secretaria de Educación de Veracruz, Ariadna Selene Aguilar Amaya, se lava las manos y niega haber tenido algo que ver con contratos asignados a la empresa “Soluciones y Milagros”, propiedad -por cierto- de Mauricio Gómez Castañeda, primo del diputado de Morena, Diego Castañeda, aspirante a Fiscal General del Estado. Pero Dieguito -como el personaje del cerro del Tepeyac- no ha aclarado esta situación y hace como que la Virgen le habla.
Resulta difícil de creer que Ariadna Selene Aguilar Amaya no haya tenido que ver en ese y otros tantos trastupijes. Eso de que fue ave que cruzó el pantano y no se manchó, pues la neta que no nos tragamos esa píldora. Y es que la ex servidora pública llevaba una vida de lujos, de residencias, vehículos de alta gama y joyas, que no eran acordes a su salario.
Y tal vez para buscar “fuero político”, Ariadna Selene se registró en el actual proceso interno como aspirante a la alcaldía de Xalapa.
De ser una modesta vendedora de perfumes, ropa, bolsos y zapatos cuyos artículos vendía a las empleadas de las oficinas centrales de la SEV, Ary -como aparece en redes y le gusta que así la llamen- llegó a tener una vida de opulencia ya como Oficial Mayor de esa misma secretaría, gracias a que su amigo Cuitláhuac García ganó la gubernatura. Su vida tuvo un giro brusco. De la noche a la mañana se compró una camioneta de super lujo y en poco tiempo ya adquiría residencias, terrenos y a usar outfits carísimos. Y pues el sueldo de burócrata no daba para tanto. Obvio que hubo “bisnes” y eso lo sabe perfectamente la gobernadora Rocío Nahle, a quien pocas veces la engañan.
En lo que respecta a Zenyazen, que tampoco se haga de la boca chiquita, pues él a pocos meses de haber asumido la secretaría de Educación, ya tenía suburbans y casas en el exclusivo fraccionamiento Monte Magno, de Xalapa. Y tras un año como titular de la SEV, ya era dueño de ranchos, uno de ellos sembrado con caña de azúcar y otros con ganado de alto registro y caballos pura sangre. Uno de sus “brokers” en múltiples negocios, su compadre del alma, Aldo Valerio, cuya amistad se remonta a los años aciagos en el que uno era stripper y el otro cadenero de antros. Eran los tiempos en los que Aldo ya comenzaba a ser adicto a cierto polvo blanco. En fin. Pero eso ya es tema de otra historia que en breve abundaremos. (José Ortiz / EN CORTO).