Trasciende: inhabilitaron a 4 ex funcionarios de Espacios Educativos y cesan a otros cuatro por corrupción

José Ortiz / EN CORTO 

Veracruz ha sido saqueado de muchas formas, pero lo ocurrido en el Instituto de Espacios Educativos del Estado de Veracruz (IEEV) raya en el descaro. Ricardo García Jiménez, el personaje que dirigió esta dependencia, dejó un boquete financiero millonario en la construcción y rehabilitación de escuelas, mientras miles de niños siguen estudiando en condiciones deplorables.

El ORFIS ya lo dejó claro: hubo desfalco y corrupción en el IEEV. Como resultado, cuatro ex jefes de zona de construcción fueron inhabilitados por la Contraloría General del Estado, derivado de un proceso de responsabilidad administrativa. Además, otros cuatro funcionarios, entre ellos personal del sindicato del IEEV, fueron cesados por actos de corrupción. Ocho sancionados en total, pero el verdadero operador del saqueo sigue intocable.

Y aquí viene lo peor: la orden en el gobierno estatal es solo “observar todo”, lo que en términos políticos significa “hagamos como que investigamos, pero no toquemos a los peces gordos”. Y sí, Ricardo García Jiménez sigue libre, intocable, protegido bajo la sombra del sexenio pasado, mientras su desastre financiero sigue afectando a la educación en Veracruz.

Pero, ante esto, ¿qué dice Cuitláhuac García? Se queda callado, pretendiendo hacer creer a la opinión pública que su administración no tiene culpa alguna. El mismo Cuitláhuac que se la pasó dando discursos de honestidad y que ahora sigue moviendo piezas en el proceso interno de Morena como si Veracruz hubiera sido un ejemplo de buen gobierno.

Pero la historia no se repite, se empeora. Cuitláhuac nunca entendió cómo gobernar. No aprendió de AMLO, no aprendió de sus errores, no aprendió a retirarse con dignidad. Y ahora, la gobernadora Rocío Nahle tendrá que cargar con el lastre que le dejaron, incluyendo la cloaca de Espacios Educativos y su red de corrupción.

Si Cuitláhuac tuviera un mínimo de prudencia, haría lo que su líder en Palacio Nacional: guardar silencio cuando no tiene respuestas. Porque después de tantos narcos extraditados, hasta AMLO debe dormir abrazando su osito de peluche, pensando en cómo su estrategia de “abrazos, no balazos” terminó hundiendo al país.

Pero no, Cuitláhuac sigue creyéndose un operador político, queriendo manipular los procesos internos de Morena cuando lo único que ha demostrado es que dejó a Veracruz hundido en deudas, con más corrupción y con funcionarios como Ricardo García Jiménez saqueando recursos a plena luz del día.

El problema aquí es simple: Veracruz no olvida. La Gobernadora tiene en sus manos la oportunidad de marcar distancia, de demostrar que no es tapadera de nadie y que no permitirá que los pillos como Ricardo García Jiménez sigan impunes.

Porque en política, los carniceros de ayer siempre terminan siendo las reses del mañana. Y si Cuitláhuac no lo entiende todavía, alguien debería recordárselo.