El Congreso de Morena: Ignorancia, Arrogancia y el Himno Nacional

José Ortiz / EN CORTO

No es la primera vez que el Congreso de Veracruz se convierte en escenario de desvaríos, pero lo de la diputada presidenta elevando el brazo izquierdo mientras entonaba el Himno Nacional es de antología. Un acto que no solo roza el ridículo, sino que deja claro el profundo desconocimiento de la institucionalidad y la solemnidad de los símbolos patrios por parte de quienes deberían representar la legalidad y el respeto a las formas republicanas.

El Poder Legislativo no es un mitin, aunque a algunos les cueste trabajo entenderlo. La ignorancia no es excusa cuando se ostenta un cargo público y, menos aún, cuando se es la encargada de dirigir el Congreso de un estado. Hay reglas, protocolos y normativas que establecen cómo debe conducirse un acto oficial, y ninguno de ellos contempla la ocurrencia de levantar un brazo al estilo de regímenes que la historia ya condenó. Un error que, lejos de ser anecdótico, es síntoma del profundo desprecio por las instituciones que se ha instalado en Morena, donde confunden mayorías con absolutismos y protocolo con espectáculo.

El Reglamento del Congreso de Veracruz es claro en su exigencia de solemnidad en actos oficiales. La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales establece que la interpretación del Himno debe realizarse con respeto, sin alteraciones o gestos que desvirtúen su carácter. Pero cuando el poder es ejercido por quienes no conocen la diferencia entre el Estado y el partido, los límites se desdibujan y la ley se vuelve una simple sugerencia.

El problema no es solo la ignorancia, sino la arrogancia de quienes creen que pueden moldear la institucionalidad a su antojo. Si esto ocurre con el Himno Nacional, ¿qué se puede esperar en la toma de decisiones legislativas? Hoy es una diputada confundiendo una ceremonia cívica con una marcha partidista; mañana será el Congreso entero obedeciendo consignas sin el más mínimo respeto por la legalidad.

El peor enemigo de la democracia no es la oposición, sino la ignorancia de quienes gobiernan. La diputada presidenta no solo demostró desconocimiento, sino una total falta de criterio y prudencia. Porque, seamos claros, levantar el brazo izquierdo no es un gesto inocente ni espontáneo. Es un símbolo, un mensaje, y en el contexto de la política mexicana, un acto de provocación o de lealtad ciega. Si fue un error, habla de incompetencia; si fue intencional, confirma que Morena está dispuesto a seguir transformando la política en un circo donde las formas ya no importan.

El Congreso es la casa del debate, del equilibrio de poderes, del respeto a la pluralidad. No puede ni debe ser un escenario para el adoctrinamiento ni para imponer gestos de culto a la ideología en turno. Y si algo ha demostrado Morena en Veracruz es que el respeto por las instituciones es lo último en su lista de prioridades. Porque cuando no se respetan los símbolos patrios, lo que sigue es no respetar la Constitución. Y ahí sí, el peligro ya no es solo un brazo levantado en el lugar equivocado, sino un país que avanza sin frenos hacia el autoritarismo.

Tiempo al tiempo.