José Ortiz / EN CORTO
La foto lo dice todo. La imagen de los primeros “candidatos de unidad” de Morena en Veracruz dejó un mensaje político más claro que cualquier discurso: Marcelo Ruiz Sánchez sigue aferrado a la rebatiña del poder, sin aportar nada a la agenda verde, y con la cúpula morenista viéndolo de lejos, en la segunda fila, como lo que realmente es: un oportunista político sin brújula ni proyecto.
Mientras los operadores reales de la 4T en Veracruz, como Esteban Ramírez Zepeta, ocupaban la primera línea del acto oficial, Ruiz Sánchez, con su eterna habilidad para colarse donde nadie lo llama, se refugiaba en el fondo, como si aún estuviera midiendo hasta dónde lo dejan moverse sin que lo quiten de una patada. Ahí, junto a Édgar Herrera, quien es hoy el adorno oficial del Verde en Veracruz.
Porque en el fondo, hay que decirlo con todas sus letras: el Verde en Veracruz no existe, más que como franquicia de posicionamiento personal de unos cuantos. Y el único propósito de Marcelo Ruiz parece ser mantenerse vivo a toda costa, ya no en el partido, sino en la nómina. Nada más lo dejan moverse tantito y ya anda negociando regidurías, sindicaturas y todo lo que huela a cargo público.
Veracruz enfrenta un desastre ecológico, con ríos contaminados, tala ilegal, invasión de manglares, etcétera. Pero la supuesta “bancada verde” no se ha pronunciado con una sola iniciativa de peso. ¿Acaso ha levantado la voz contra Pemex por los derrames petroleros? ¿Ha denunciado los incendios forestales que se multiplican en la entidad? No, porque Marcelo Ruiz no es legislador, es un vendedor de favores.
Por eso, en vez de estar trabajando en su curul, está más ocupado en ver qué regidurías y sindicaturas puede meter al mercado negro de la política. Porque lo suyo no es legislar, lo suyo es ser el eterno “operador” que sobrevive de las migajas del poder.
La gran pregunta es ¿quién lo va a parar? Porque si algo queda claro es que Édgar Herrera no lo ha hecho. El partido en Veracruz es una caricatura de lo que debería ser un instituto político serio, y si alguien debería ponerle un alto a Marcelo Ruiz es la dirigencia estatal, pero los Herrera han demostrado ser incapaces de contener su voracidad.
Más aún, se sabe de buena fuente que, desde su presidencia en una comisión legislativa, Marcelo Ruiz ya ha cobrado varios “favorcitos”. Porque si de algo sabe este personaje, es de operar en lo oscuro, de “negociar” bajo la mesa y de vender la idea de que él es el hombre fuerte del Verde, cuando en realidad es un cartucho quemado con cada vez menos compradores.
Lo dejaron moverse tantito y ya anda con la chequera en la mano, repartiendo puestos como si tuviera algo qué ofrecer. Pero la realidad lo pone en su lugar: cada vez es más evidente que su tiempo político se acaba y que su “cháchara” de operador ya no vende.
La gran pregunta es ¿hasta cuándo los dirigentes del Verde van a permitir que su partido sea el refugio de una chácala incontrolable? O mejor dicho, ¿cuánto más van a tardar en darse cuenta de que no tienen ningún control? Porque mientras ellos piensan que operan, Marcelo Ruiz ya está un paso adelante, cerrando sus propias negociaciones.
Pero como en política todo se paga, lo único seguro es que quienes hoy lo dejan moverse libremente, mañana se van a arrepentir.