El rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, operaba como un centro clandestino de adiestramiento del crimen organizado, donde jóvenes eran reclutados con engaños y forzados a convertirse en victimarios.
Testimonios recabados por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco revelan que el sitio funcionaba como una ‘escuelita del terror‘ del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde los reclutas pasaban de ser víctimas a ser piezas dentro de la estructura criminal, según relatos de la líder del colectivo, Indira Navarro.
Según la buscadora y defensora de Derechos Humanos, líder del colectivo, los jóvenes eran captados en la central de autobuses de Guadalajara con falsas ofertas de empleo en Facebook.
Se les prometían trabajos bien pagados como choferes, electricistas o guardias de seguridad, pero al aceptar, eran trasladados al rancho, donde les quitaban sus pertenencias, los vendaban y los sometían a un brutal entrenamiento.
Durante los cateos de la Fiscalía del Estado de Jalisco (FEJ) se localizaron aparatos de entrenamiento, de fabricación casera, y recientemente, buscadores de personas desaparecidas encontraron además de prendas, libretas con apodos, grupos, y datos de “reclutamiento”.
“No usaban nombres, solo apodos. Pasaban lista así. Yo conté poco más de 200 personas cuando llegamos”, relató un sobreviviente a la líder del colectivo, quien dijo que a partir de la publicación de lo ocurrido en el rancho Izaguirre, se han comunicado con ella presuntas víctimas.
Ya en el lugar, la rutina incluía ejercicios extremos, como arrastrarse bajo alambres de púas, cargar llantas pesadas y entrenamiento con armas de gocha (paintball), cortar leña, cavar la tierra y otras actividades.
Lo que hacía extrema la situación, era la falta de alimentos, los abusos corporales, el cansancio, y la amenaza constante.
Según el testimonio de la víctima, dormían hacinados en un galpón con techo de lámina y solo una cobija para diez personas.
Dormíamos como taquitos, como cucharita.
Explicó a la líder del colectivo que, las ropas que vestían era compartida entre las personas reclutadas y cuando asesinaban o fallecían algunos, las ropas sobraban y eran guardadas en bolsas de basura.
De víctimas a soldados del cártel
Según retrató la víctima, el rancho era solo una primera parte del modus operandi de reclutamiento y formación sicarial, ya que las y los sobrevivientes eran enviados a los Estados de Michoacán o Zacatecas para probarse en enfrentamientos.
Los que lograban regresar eran sometidos a un adiestramiento más avanzado, impartido por exmilitares, donde ya no usaban armas de pintura sino municiones congeladas capaces de perforar la piel.
“Ahí sí te mataban. El entrenamiento era táctico. Te hacían pelear entre los demás, te golpeaban. Algunos instructores llegaban ebrios, se volvían salvajes”, relató otra víctima a la líder del colectivo Guerreros Buscadoras de Jalisco.
Los que no superaban las pruebas eran asesinados en una zona llamada “la carnicería“, sus cuerpos eran incinerados en hornos rudimentarios construidos con piedras y ladrillos.
Todas estas mecánicas de muerte han sido videograbadas y fotografiadas por los colectivos de personas buscadoras en este y otros centros de entrenamiento y exterminio.
Hallazgos en el rancho Izaguirre
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco encontró en el rancho tres hornos clandestinos, restos incinerados de personas, más de 400 zapatos, ropa, mochilas, cargadores de armas y casquillos percutidos.
También hallaron restos de droga, esposas metálicas y un altar a la Santa Muerte con elementos de santería cubana.
Los testimonios indican que este centro de reclutamiento forzado operó durante al menos tres años, con una rotación constante de víctimas.
“Se iban unos, llegaban otros. La cantidad de personas calcinadas es incalculable”, afirmó Indira Navarro durante entrevistas a medios de comunicación.
A pesar de la magnitud del hallazgo, las autoridades han justificado que en cateos previos no se detectaron estos hornos debido a la extensión del terreno y autoridades estatales prometen hacer investigaciones internas para deslindar responsabilidades.
El fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, afirmó el martes que “en un plazo que debe ser muy corto la fiscalía de la República va a hacer una investigación, no la atracción, hasta que no tengamos la certeza de las responsabilidades”, porque no pudo haber pasado desapercibido.
Mientras tanto, Indira Navarro y líderes de otros colectivos de búsqueda exigen justicia y el esclarecimiento del destino de quienes fueron llevados a este sitio. (Aristegui Noticias)