José Ortiz / EN CORTO*
Fuentes mega informadas nos reportan que la ex-regidora minatitleca Damara Gómez Morales, militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), busca posicionarse en otro cargo más jugoso dentro de la Comisión del Agua del Estado de Veracruz (CAEV), esta vez con aspiraciones a una plaza de primer nivel. Se le nota no estar satisfecha con la unidad Jurídica de ese organismo. La intención ha despertado controversia no solo por sus antecedentes, sino también por los métodos que presuntamente estaría utilizando para lograrlo.
De acuerdo con versiones confirmadas, Gómez Morales estaría recurriendo al respaldo de actores cercanos a la llamada Cuarta Transformación, en un intento por asegurarse el apoyo político necesario que le abra las puertas para poder lograr sus ambiciones personales. Como parte de esta estrategia, se le atribuye una campaña de descalificación contra nuevos funcionarios de la CAEV, con la intención de debilitar sus perfiles públicos y posicionarse como una alternativa más viable.
En Minatitlán, su tierra natal, estas maniobras no causan sorpresa. La figura de Damara Gómez ha sido objeto de señalamientos desde hace años, debido a antecedentes familiares que han marcado su trayectoria política. Su madre, Isabel Morales Aguirre, quien se desempeñó como regidora en una administración municipal, fue señalada en su momento por su presunta implicación en un escándalo que terminó en la trágica muerte de su esposo, Javier Gómez —conocido como “El Potro”—, en circunstancias que aún generan suspicacias entre la población.
Durante el sexenio del exgobernador Fidel Herrera Beltrán, se mencionó que Morales Aguirre y su hija habrían contado con protección política, lo que impidió que se investigaran a fondo diversos señalamientos en su contra. Nombres como el del exlíder sindical Pablo Pavón Vinales figuraron entre quienes habrían ofrecido ese respaldo.
Estos antecedentes han llevado a sectores ciudadanos y políticos a cuestionar la idoneidad de Damara Gómez para ocupar la subdirección administrativa dentro de la CAEV, institución que enfrenta su propio proceso de reestructuración y lucha por recuperar la confianza pública.
De todos es sabido que la guerra sucia al interior de la CAEV es generada por Damara Gómez, desacreditando al subdirector administrativo Juan Rufino Sánchez Sánchez pensando que al quitarlo ella llegará a esa tan importante posición toda vez que ahí se lleva la administración de todos los recursos de la CAEV.
Imaginemos hoy la presión de Damara Gómez para pagar una camioneta que cuesta un millón trecientos cincuenta mil pesos. Incluso se pone en duda que desde la unidad Jurídica defienda los intereses de la CAEV. Toda vez que se tiene información que busca a los que demandaron a la CAEV en administraciones pasadas, comprometiéndose a presuntamente sacar los asuntos a su favor con la intención de que le den una presunta buena tajada.
En tanto se reactivan viejas redes de influencia y se tejen nuevas alianzas, la posibilidad de que personajes con historial polémico regresen a cargos clave en la administración estatal genera preocupación entre la población veracruzana, que exige transparencia, ética y capacidad en el servicio público.
*Columna de Opinión






