«Mi mano ya estaba colgada y yo gritaba ¡ayúdenme!», relata mujer sobreviviente de ataque con machete

“Cuando yo vi, mi mano ya estaba colgada y yo gritaba ¡ayúdenme, ayúdenme!”, fueron las palabras de Leymi Molina Pérez al recordar el ataque con machete que sufrió hace casi dos semanas por parte de un despiadado sujeto que le cercenó la mano izquierda y que asesinó al padre de sus ocho hijos.

“Mamá, ¿y mi papá?, pregunta la niña más pequeña a su joven madre, quien en voz baja responde apuntando al cielo con el dedo índice, “está allá arriba”.

La mujer de 27 años de edad, madre de ocho infantes que quedaron huérfanos de padre, accede a narrar el horror que vivió aquella noche trágica del 6 de agosto en la colonia Predio IV de Veracruz.

A paso lento, la joven camina sobre la calle empedrada que conecta hacia su vivienda. La casa hecha de lámina y madera guarda el altar donde cada noche le rezan a  Eligio Reyes, su pareja, quien murió tras recibir varios machetazos en el cuerpo y cuyo novenario luctuoso se cumplió esta misma semana.

El vendaje en su brazo izquierdo esconde la cicatriz que le quedó tras el certero ataque que recibió. El pasado miércoles los doctores del Hospital Regional de Alta Especialidad de Veracruz la dieron de alta, aunque le agendaron una cita de revisión para la próxima semana.

Molina Pérez recuerda que desde los 12 años de edad se fue a vivir con su difunto esposo y durante los tres lustros de matrimonio procrearon a 7 niños y criaron a uno más que recibieron por adopción.

“Tengo siete hijos y uno que adopté, ocho niños en total, el más grande tiene 12, el otro tiene 10, 9, 6, 5, 4 y 3 y el niño que adopté que tiene 13 años”.

Relata que Eligio, como todo buen padre, siempre buscó el bienestar para su familia. Trabajó de fontanero, electricista y albañil, la hacía de todo, nunca se “rajaba”.

“Tratábamos que ellos tuvieran la comida, lo principal, ya lo demás que pues no teníamos, era de lo que nos regalaba la gente, lo único que pudimos comprar fue una tele que nos vendieron cuando anduvieron vendiendo teles, solo teníamos una tele y un ventilador viejito, nada más contábamos con eso, pero pues no tuvimos más cosas porque primer estaba la comida de mis hijos, por eso no pudimos avanzar más y pues era lo principal la comida, que ellos estuvieran bien, que comieran y ya lo demás poco a poco”.
La vida de Leymi cambió para siempre aquel domingo. Eran las 23:40 horas cuando ella y su esposo caminaban tranquilamente por las calles de la colonia hasta que un colérico vecino los encaró.

En estado inconveniente, quizá borracho o drogado, el iracundo sujeto increpó a Eligio por aparentes viejas rencillas, le llamó “ratero” y lo amenazó de muerte.
“Nosotros lo ignoramos”, asegura la mujer al tratar de recordar lo acontecido aquella noche.

A pesar de la amenaza, la pareja continúo su camino y no prestó más atención a lo dicho por el agresor. Cuando menos se lo esperaban, el delincuente alcanzó a Leymi y la golpeó en la nuca, dejándola inconsciente en el suelo.

Al ver la agresión contra su esposa, Eligio respondió lanzando una pedrada al victimario, logrando que el objeto le pegara en el pecho. El despiadado vecino enfureció aún más y sin pensarlo dos veces desenfundó un filoso machete.

Eligio Reyes trató de escapar, pero un mal paso provocó que se tropezada y cayera al camino de terracería. Sometido, sin oportunidad de defenderse, el hombre recibió una cascada de machetazos en el cuerpo, siendo uno que le impactó la garganta, a la altura de la yugular, el que lo mandó directo “al otro mundo”.

“Me pegó en la parte de la nuca y yo me caí, cuando mi esposo volteó agarró una piedra para tirársela, al momento que le tira la piedra le llega aquí por el cuello, mi esposo quiso correr pero se tropezó, se resbaló y a la hora que yo lo vi tirado, como yo estaba inconsciente del golpe que me había dado me arrastré hacia donde estaba él, yo le gritaba ¡ya no le pegues, ya no le pegues, ya lo mataste!, o sea, lo empecé a insultar porque yo vi a mi esposo ahí tirado”.

Para ese momento la fémina ya había recobrado la conciencia y observó cómo su esposo moría desangrado tras el ataque. Las suplicas de ella no sirvieron, el agresor convertido en carnicero tenía toda la intensión de asesinar, y así fue.

De pronto, el homicida se abalanzó sobre Leymi y le lanzó un contundente machetazo que le cercenó la mano izquierda.

“Él me iba a aventar el otro machetazo a mí y alcancé a poner mi mano, entonces fue que perdí mi mano, cuando yo vi, mi mano ya estaba colgada y yo gritaba ¡ayúdenme, ayúdenme!, mis tíos vieron y corrieron pero ya no agarraron al hombre, no lo alcanzaron a detener, ya se había ido”.

Una vez cumplido su objetivo, el delincuente huyó del lugar en compañía de una mujer, dejando malherida a Leymi y agonizante a Eligio quien finalmente perdió la vida a consecuencia de la sangre que perdió.

La joven madre de familia fue enviada de emergencia a la Cruz Roja y luego canalizada al Hospital Regional donde estuvo internada más de una semana.
Doce días han transcurrido desde que ocurrió el hecho violento. El miércoles pasado ella regresó a su humilde vivienda para reencontrarse con sus ocho pequeños hijos quienes habían quedado bajo el cuidado de familiares.

Leymi reconoce que a pesar de la ausencia de Eligio, deberá buscar la manera de sacar adelante a su familia. En medio del dolor por el que atraviesa, pidió el apoyo de la ciudadanía.

“Quisiera que tuvieran un hogar mejor mis hijos, que no estuvieran como estábamos en esas condiciones, ya que pues mi esposo y yo no pudimos, requiero que me ayuden con material, laminas, madera, no importa, que me ayuden con víveres, ropa, lo que tengan”.

Comenta que sus hijos necesitan ropa, calzado, alimentación, “en lo que me gusten apoyar, aquí está su casa, mi casa, que es su casa de todos los que quieran venir son bien recibidos y pues aquí tengo a mis niñas si quieren venirlas a ver, mis niños, con gusto aquí estamos nosotros”.

Accedió a proporcionar el teléfono celular 22-92-12-77-70 para las aportaciones que deseen realizarse para su familia y dio la dirección calle Ignacio Ramírez entre Ismael Enríquez Arcinegas y Central del Predio IV.