¿Hay depresión en los niños y adolescentes en el regreso a clases virtuales?

Nuevamente quiero compartir con ustedes una reflexión en el marco de la contingencia generada por el COVID-19, que además de la crisis de ha dejado a su paso en cuestión de salud, económica, laboral, sin que podamos terminar de adaptarnos a la nueva normalidad; en esta ocasión, se la quiero dedicar a los niños y adolescentes, que son quienes han sufrido de forma más drástica los daños colaterales por la extensión de la cuarentena.
Mientras los adultos estamos inmersos en nuestras preocupaciones tales como: los pagos de los servicios de la casa; las cuentas, nómina y servicios de la empresa, negocio o comercio; los cuidados de la salud tanto en casa como en el trabajo; el trabajo en casa que llega por correo electrónico o vía what’s app; en fin, un sin número de temas que rondan por nuestra mente de forma cotidiana, que por si fuera poco, se nos ha compartido la gran responsabilidad de ayudar en sus actividades escolares a nuestros hijos, teniendo además la obligación de proveerles las herramientas necesarias para tomar las clases y entregar las tareas, ejercicios, trabajos en tiempo y forma.
Después de un periodo de vacaciones inédito para todos los estudiantes, el regreso a clases era inminente, pero con la incertidumbre de cuál sería el modo de iniciar el ciclo escolar 2020-2021, el más complicado en los últimos tiempos, porque, no sólo tienen que aprender nuevos conocimientos de cada materia de acuerdo al plan de estudios propio de cada grado y nivel, sino que además deben adquirir práctica en las nuevas formas de utilizar las herramientas tecnológicas que estén al alcance de alumnos y maestros para poder cumplir con la meta, las clases virtuales.
En estos días hay un tema en particular que ha sido recurrente en las charlas con amigos, familiares o compañeros de trabajo, el regreso a clases de manera presencial, que no se ve para cuando. Y lo que me preocupa (no sé a ustedes quienes tienen hijos) es que ante el encierro y la falta de convivencia con otros niños o jóvenes de su edad, ya hay muchos casos de depresión en los menores, que sólo se contactan por medio de aparatos electrónicos y en redes sociales. ¿Qué hacemos los padres ante ello? a menudo no consideramos su estado de ánimo, no logramos percibir a cabalidad si se sienten tristes o hasta desesperados por permanecer casi todo el tiempo dentro de casa.
Mi esposa y yo tratamos de suplir esa falta de convivencia con sus amigos y compañeros de clases, pero no es suficiente, he notado como mis hijos necesitan del trato con personas de su edad, que piensen, actúen y disfruten de las cosas como ellos; que rían de cualquier tontería, sólo por el simple hecho de ser amigos o compañeros de juegos. Necesitan desarrollar energías, jugar, correr, bailar, convivir, retroalimentarse de circunstancias que viven cada uno en particular, de ver la vida desde otra perspectiva más cercana y parecida a la suya, no la de un adulto que piensa más en la obligación que en la diversión.
Aunado a esta difícil época que los tocó vivir, hay algunos hijos que tienen que lidiar con los problemas maritales de sus papás, que cada vez son más; sin poder evitar el que se enteren, se den cuenta o se vean involucrados, trayendo más ansiedad y sufrimiento a su ya tan complicada situación.
Una de nuestras responsabilidades como padres es no traer caos, dolor y conflicto a la vida de nuestros hijos.
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