ColumnaSinNombre
Notiver Speshial Edishion
@pablojair
LA BARBIE POLICÍA
Hasta las mafias ficticias lo dicen: Michael Corleone así le espeta a su sobrino Vincent Mancini que él no necesita tipos rudos, “enforcers”, como le dicen los gringos; que él lo que requiere son abogados.
Ayer la comidilla en redes (opacando el evento oficial al que todavía habría que rascarle los gastos en inversión) fue la manera en que salió vestida la titular de la Fiscalía General del Estado, Verónica Hernández, en el presidium.
Vestida de personal operativo, en una mezcla de outfit de “El Zorro” con “Barbie Policía”, toda de negro y con ropa táctica.
Pero lo que más llamó la atención fue el arma de fuego de alto calibre que portaba para completar el disfraz. Así como toda una Juana Gallo.
Así como si fuese un juguete o adorno para vestimenta, la pistola la anduvo paseando entre autoridades civiles y militares, y hay imágenes donde incluso el cañón apunta hacia las personas sentadas frente al presidium.
Quizás la fiscala quiso crear empatía y mostrar liderazgo a su tropa, pero creo que le falló el tino al disfrazarse de poli.
Lo anterior es delicado, pues cae en el mismo garlito en el que caía el prófugo Winckler al no darle respeto a la investidura que tenía y se atrevía a jugar con ella.
Otro veracruzano también fue criticado en su momento siendo procurador general de la república: Ignacio Morales Lechuga aparecía en una foto cargando un arma de fuego en una sobaquera, y eso fue muy criticado en su momento…
¿Tons pa qué chingao traen escoltas?…
Y es que tradicionalmente los procuradores, los fiscales, siempre habían tenido esa clara división entre quiénes son los abogados y quiénes son el personal operativo: los policías judiciales, ministeriales (que por cierto, no andan uniformados, regularmente andan de civil).
O sea, algo así como “La Ley y El Orden”, para aquellos que se la han pasado viendo la tele confinados por la pandemia.
El mensaje que quiso mandar Verónica, en este caso, fue tomado más de chunga, que de una autoridad que debe inspirar respeto.
El papel de la fiscala, de entrada, es la de dar certeza como la abogada general del estado; proyectar la imagen de jurista, no la de policía. Ella debe ser temida por ser una fiscal de hierro, no una actriz política que se viste según la ocasión. Se trata de realzar la figura de la abogada.
Y sí, lo más que quizás haya logrado conseguir es cautivar a uno que otro que fantasea con una mujer vestida de policía y evocan a hacerla de sastre confeccionando esas conocidas prendas de abrigo, más en estos tiempos de fríos decembrinos.