Reynaldo Escobar García
Una de las primeras definiciones de Joe Biden, que podría conocerse durante su asunción a la Presidencia de los Estados Unidos, consistiría en la reversión del trato a los migrantes indocumentados y particularmente a los mexicanos, pues hasta hoy se tiene conocimiento que con la construcción del Muro fronterizo y la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, la detención de los migrantes centroamericanos, fue ordenada y abanderada por Trump.
Veremos ahora si la Reforma Migratoria que corresponde implementar a Biden, tiene el mismo propósito de la que ejecutó como Vicepresidente con Obama, cuando se deportó a un promedio de tres millones de migrantes, sin importarle que la tercera parte de los obligados a salir de los Estados Unidos, no tuvieran antecedentes criminales. Esa política se tamizó con el programa de protección a estudiantes en la Unión americana, que siguen sin poder acreditar la legalidad de su vecindad.
Aquel estribillo de la primera campaña de Donald Trump, que reclamaba enérgicamente “América para los americanos”, que incluía la amenaza de dejar sin empleo a los migrantes y de desmantelar las plantas armadoras de automóviles y maquinaria en el extranjero; así como de empresas maquiladoras con inversión estadounidense, para privilegiar la mano de obra de los nacidos en los Estados Unidos, y los nacionalizados o con permisos para trabajar en ese país, perdió vigencia. Pero sobre todo perdió el carácter de bandera política, ante la indiferencia de los propios norteamericanos.
Hoy la mayor preocupación del entrante Presidente Joe Biden, es el combate frontal a la Pandemia del COVID19, y el rezago que hereda de su antecesor, lo que lo obliga a multiplicar esfuerzos en esa tarea, que ha impactado negativamente en la producción de bienes y servicios, ocasionando el cierre de negocios, pérdida de empleos y miles de muertes por contagios sin restricción obligada para vivir en cuarentena, con sana distancia, estrictas medidas sanitarias y mejor alimentación.
Lo malo para México resulta ser, la actitud altanera del Gobierno que proclama la “No intervención en los asuntos internos de otros países” y en los hechos hace todo lo contrario, desafiando al “Coloso del Norte”.
El año que comienza será difícil y tortuoso para los mexicanos tiranizados por el autoritario gobierno de la 4T.