Reynaldo Escobar Pérez
Los datos del último censo de población y vivienda, dados a conocer por el INEGI, arroja para el estado de veracruz, una población total de 8 millones, 62 mil 579 habitantes, cifra que representa el 6.4 % de la población nacional.
Después del Edomex, corresponde a la CDMX el segundo lugar en concentración de habitantes dentro de sus respectivos territorios y Veracruz, se ubica en el sexto lugar de habitantes, siendo los municipios de Veracruz, Xalapa y Coatzacoalcos, los de mayor densidad de población y por consiguiente, los que tienen la mayor importancia económica, política y culturalmente.
En el proceso electoral que ya está en marcha para la elección del congreso federal, el congreso local y los ayuntamientos que han de gobernar los 212 municipios del estado, los electores veracruzanos, en ejercicio de su poder soberano, deben elegir democráticamente a los mejores candidatos que garanticen el bienestar colectivo de la población y la gobernabilidad, que actualmente están en decadencia.
En esta ocasión, a las contiendas electorales, las afectará la pandemia del Covid 19, debido a las restricciones que los organismos que tienen a su cargo la atención de la salud pública, deben establecer en el activismo político, para evitar contagios masivos que compliquen la contención del cerco sanitario.
Los recursos económicos presupuestados para los comicios electorales de este año, que culminan con la jornada electoral del 6 de junio, no tienen otra fuente, más que la captación de los impuestos, cuyo pago corresponde a los contribuyentes, muchos de los cuales han quedado sin empleos y la parte patronal, también en muchos casos, ha tenido que cerrar sus empresas, como consecuencia de la mal manejada pandemia.
El gobierno tuvo que haber cancelado sus proyectos no indispensables, onerosos y sin control, puesto que sin duda, la mayor importancia radica en el ejercicio democrático del pueblo, para designar a sus autoridades, si nos atenemos al estribillo que define al gobierno democrático, como aquel que proviene del pueblo, es electo por el pueblo y debe servirle al pueblo que lo eligió.
Todo lo demás resulta demagógico y mucho antes que termine el periodo gubernamental del Presidente López Obrador, el pueblo le reprochará y con el voto en contra de Morena, le cobrará en las urnas, el haber traicionado su lema de campaña en el sentido de: “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.