Tierra de Babel / LOS HILOS QUE NOS MUEVEN

Jorge Arturo Rodríguez

No soy partidario de partidos. Mis afinidades, gustos, creencias y etc., son varias y variadas –no es lo mismo y da igual. En todo caso, amigo de Platón, pero más amigo de la verdad, más en estos tiempos donde ésta se encuentra atrapada por la mentira y la simulación, por la intolerancia y la falta auténtica de querer cambiar las cosas en franco diálogo para mejorar la situación del mundo y de cada uno de nosotros que lo habitamos y que con frecuencia nomás le echamos la culpa al otro, tapando el ojo al macho, hacernos güey, pues. Y ya cuando el problema se acrecienta, pos nadie tiene la culpa: sepa la bola. Nada pasa bajo el cielo azul de México, salvo el comercial de una marca telefónica. Todo México es…

No pasa nada, salvo que el diablo anda aquí –¿dónde más? Según investigaciones de chuchos en la ciencia de la Universidad de California en San Francisco, “El Diablo ya está aquí”, porque detectaron una variante del covid-19 en el estado más poblado de Estados Unidos. Dicen que “la variante, cuyo surgimiento se estima en mayo de 2020, se ha convertido en la cepa dominante en California y está causando alarma entre los expertos por su peligrosidad. Además de ser más contagiosa, la variante también evade los anticuerpos generados por las vacunas o una infección previa y está asociada con enfermedades graves y la muerte”. (excelsior.com.mx, 09/03/21).

No es por fatalismo y mucho menos apocalíptico; lo dicen los científicos: “Ojalá fuera diferente. Pero la ciencia es la ciencia”, comentó el doctor Charles Chiu, quien encabezó la investigación.

Arrepiéntete, Satanás… Ah, perdón, no va así, pero supongo que me entendieron. Escribiera Charles Baudelaire: “La más bella astucia del diablo es convencernos de que no existe”, porque “¡El Diablo es quien sostiene los hilos que nos mueven!” ¿Será?

Porque acuérdense que en el infierno el diablo es un héroe positivo, dijera S. J. Lec. ¿Acaso no estamos en el infierno, Cochiloco?

Los días y los temas

Cioran decía: “Sé que, por algún rincón de mí, hay un diablo que no puede morir”. Locos que estamos, seguramente, dijera mi madre. En entrevista, mi adorable Susana Zabaleta, al preguntársele qué ha ganado con la pandemia, contestó: “Paciencia, tolerancia. Más amor por la naturaleza, más entendimiento al ser humano, muchas cosas que no me caben aquí”. Luego le preguntaron si ha estado al filo de la muerte y respondió: “No todavía, siento la muerte rondando por todos lados y pido para que todo sea solo una transición y lo veamos en paz”. Y otra pregunta: “¿A qué le temes?” Contestó, sin más: “A la maldad de los seres humanos. Al asesino que todooooos llevamos dentro. Incluyéndome”.

Así, o más clarito. Después vinieron dos preguntas interesantes: “¿Crees qué aprenderemos algo como sociedad, para cuando esto termine?” Zabaleta respondió: “Por supuesto si no la naturaleza se hará cargo de que lo entendamos por la mala, recuerda la naturaleza no tiene moral”. Finalmente le preguntaron si estaba decepcionada de la 4T. Ella contestó: “No sé qué decir, me gustaría que me sorprendieran. Ojalá me callen la boca haciendo algo maravilloso de este país, con recursos limpios, dando trabajo y respeto a la gente pobre. No regalándoles dinero sino educación, salud, etc.” (milenio.com, 10/03/21).

Clarito como el agua del lavadero.

De cinismo y anexas

Un día el diablo me dijo: “También tiene Dios un infierno, y es: su amor a los hombres”. (Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche).

Ahí se ven.