En Corto… Sin Cortes | EL SALINISMO QUE PERDURA

Por José Ortiz Medina

Desde antes de que se postulara como candidato a la presidencia de la República en 1988, el salinismo ya se estaba incubando en la clase política mexicana.

Carlos Salinas de Gortari es acaso el ex Presidente de la República, en la era moderna, que más ha tenido influencia en generaciones posteriores, aún después de haber dejado la silla presidencial en 1994.

Luego de su amago de “huelga de hambre” por el encarcelamiento de su hermano Raúl, Carlos posteriormente se autoexilió en Dublín, Irlanda. Años después retornó a México, y desde entonces sigue moviendo algunos hilos de la política mexicana desde lo que aún queda del maltrecho PRI. Y hay quienes aseguran que sus tentáculos se extienden a otras siglas e ideologías.

Pero a fuerza de decir verdad, el salinismo sigue presente, o casi omnipresente, está en todos lados. No es gratuito, pues, que hasta Andrés Manuel López Obrador lo sigue invocando para referirse a políticos no sólo del PRI, sino del PAN y otros colores, que siguen a pie juntillas los dictados de lo que pareciera una “nomenklatura” maléfica.

Uno de los más recientemente señalados por AMLO, dada su ascendencia salinista, es Ricardo Anaya, “Canallín”, señalamiento que el panista de inmediato rechazó.

¿A cuántos ha besado este “diablo” orejón?, ¿cuántos aún siguen escuchando los consejos de este duende “irlandés”?

Revisando en el baúl de las fotos viejas, nos topamos en estos días con una histórica imagen. Es 1991. El entonces diputado federal, Miguel Ángel Yunes Linares, al lado de Carlos Salinas de Gortari. Al fondo se ven banderas del extinto Frente Juvenil Revolucionario (FJR) y estandartes de los icónicos sindicatos charros.

Ya con la casaca azul puesta desde hace algunos años, ¿qué tanto sigue influyendo el salinismo en el jefe del Clan de El Estero? ¿Miyuli aún seguirá consultando a CSG?, ¿seguirá siendo su gurú?, ¿Cuándo el pelón cumple años, lo seguirá felicitando?… Quién sabe. Son preguntas que quedan al aire y cuyas respuestas cada quién se las imagina.