OPINIÓN | Más sabe el diablo por viejo

Por Reynaldo Escobar Pérez

Qué tan desgastado se encuentra nuestro sistema jurídico penal, que en una nota de 8 columnas se publicita la demanda de amparo, presentada por el Ministro en retiro y ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro David Góngora Pimentel, ante el temor de ser privado de su libertad sin que aparentemente exista el cumplimiento de los requisitos de procedimiento para pasar por encima de sus derechos humanos y ejecutar una orden de aprehensión, en contra de quien se presume inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Y no puede ponerse en duda la credibilidad de un profesional del derecho, que dedicó su vida al estudio e interpretación de las leyes, partiendo de la constitución y pasando por la doctrina, la jurisprudencia y el catálogo de códigos y leyes que debe conocer, más que cualquier otro abogado, quien en su momento presidió el más alto tribunal de justicia de la nación.

Desafortunadamente para el ministro en retiro, Góngora Pimentel, el temor de sufrir en carne propia, la privación de su libertad sin que pueda ejercer su legítima defensa, resulta ser el pan nuestro de cada día, de cualquier mexicano o extranjero, convertido en víctima del poder político que hoy, envilecido pisotea el estado de derecho y las instituciones públicas.

Cómo saber si la conducta en que se basa la autoridad represora, merece una pena privativa de libertad o si después de padecer un encarcelamiento injusto, con la prepotencia característica de los mandos policiales, se reconoce la inocencia del agraviado y se le da el clásico “usted disculpe”, pues nunca existió el hecho imputable para ser sometido a ese suplicio.

La secrecía injustificada con que tramitan todos los días, las fiscalías de todo el país, los citatorios y órdenes de presentación, sólo sirve para extorsionar con dádivas a quien será sujeto del procedimiento penal ante el órgano jurisdiccional. Sea para favorecerlo ocultando su ubicación, o para llevarlo detenido, privándolo de su libertad, sin una orden de aprehensión dictada por un juez.

Para el ciudadano común, ya no resulta una sorpresa la detención o privación ilegal de una persona, menos para el Ministro en retiro Góngora Pimentel, quien con toda certeza sabe más que todos nosotros de esas prácticas judiciales indebidas y algo más.