Oigan, díganle al redactor de las columnas de Juan Javier Gómez Cazarín que no sea tan cursi.
Chequen esta perla de la más reciente “entrega” del texto de opinión que ojalá no lo vean los académicos norteamericanos porque en un descuido le pueden dar un Pulitzer o si fuese adaptado a guión cinematográfico, sería acreedor a un Óscar por el mejor drama lacrimógeno:
“(…) Desvelado y bajo el sol, pero con el ánimo por todo lo alto, presencié un capítulo dorado de la vida de México. Algún día veré las fotos y los documentales de ese 1 de septiembre y diré que estuve ahí. Viendo a Andrés Manuel a pocos metros de donde yo estaba, me vino a la mente la pregunta de si lo estaría viendo por última vez. Me di cuenta de que, probablemente, así era y, como ya dije, mi alegría se mezcló con tristeza. ¿Qué le diría si lo viera a los ojos? Lo primero que me brota, de manera espontánea, es “gracias”. Tendría que dedicar mucho espacio para explicar esas “gracias” (…)”.
Si el izquierdista Carlos Monsiváis viviera y leyera esta pieza “literaria”, escribiría un tomo completo de “La cursilería en los tiempos de la 4T”.