José Ortiz / EN CORTO
Si algo hay que reconocerle a Marcelo Ruiz, es su inagotable talento para navegar en las cañerías más turbias de la política veracruzana. Hoy, sin rubor alguno, el hombre del jorongo—ese disfraz de falsa identidad popular—sale a escena con su última gran aportación al lodazal: defender el nepotismo como si se tratara de una causa noble, como si entregar los municipios como herencia familiar fuera un derecho legítimo y no la perpetuación de un vicio de poder.
Desde hace años, Veracruz ha sido víctima de una política dinástica disfrazada de democracia. En los pasillos del Congreso y las oficinas municipales, se teje una red de parentescos donde el poder no se gana en las urnas, sino en la mesa familiar. Y el Partido Verde, esa franquicia que Marcelo Ruiz ha convertido en un negocio personal, ahora se convierte en el principal promotor de esta práctica, bajo el argumento de la “continuidad de proyectos”.
Marcelo, el mismo que nunca ha presentado una agenda ambiental seria, el que jamás ha defendido el agua, los manglares o la biodiversidad de Veracruz, ahora se siente el gran defensor del derecho de los alcaldes a perpetuar sus apellidos en el poder. ¿Dónde está su lucha por el medio ambiente? ¿Dónde las iniciativas que frenen el ecocidio en el estado? No existen. Porque a Ruiz no le interesa el verde del medio ambiente, le interesa el verde ¡pero de los billetes!
Y es que no hay que engañarse: el jorongo de Marcelo no es más que un símbolo de su oportunismo. Lo mismo se arropa con Morena que con el PAN, lo mismo negocia con empresarios que con operadores oscuros, siempre con una mano extendida para recibir y otra para firmar pactos en lo oscurito. Ahora, con su nuevo papel de paladín del nepotismo, confirma lo que todos sabíamos: es un político sin principios, sin ideología y sin vergüenza.
El PVEM, que en teoría debería ser una fuerza que impulse políticas ambientales y de desarrollo sustentable, ha terminado convertido en la agencia de colocaciones de Marcelo Ruiz. No hay propuestas ecológicas, no hay defensa de áreas naturales protegidas, no hay pronunciamientos contra la contaminación de los ríos o la tala descontrolada. Lo único que hay es una agenda de negocios y acomodos políticos que le permiten seguir vigente en el pantano del poder.
Mientras tanto, en Veracruz, la gente sigue sin agua potable en muchas comunidades, los incendios forestales aumentan, las empresas saquean los recursos naturales y los derrames petroleros siguen sin consecuencias. Pero en lugar de alzar la voz por estos temas, Marcelo Ruiz prefiere estar negociando cuántas sindicaturas y regidurías puede meter en la charola del trueque político. Y como buen mercenario, ya se lame los bigotes viendo cuántos favores puede cobrar por permitir que los alcaldes acomoden a sus familiares en la boleta electoral.
Lo más triste es que la dirigencia del PVEM, a nivel estatal y nacional, no sólo permite este mugrero, sino que lo avala. Porque mientras Marcelo Ruiz siga garantizando su cuota de poder, seguirá teniendo vía libre para revolcarse en la política de las cañerías. La gran pregunta es: ¿hasta cuándo se lo van a seguir permitiendo? ¿Hasta cuándo se van a dar cuenta de que su “operador estrella” es, en realidad, un lastre que sólo ensucia más la imagen del partido?
Porque lo que hoy vende como “continuidad de proyectos” no es más que la herencia de la corrupción, el amiguismo y el abuso de poder. Pero en la política, como en la vida, todo se paga. Y el costo de dejar a personajes como Marcelo Ruiz hacer y deshacer a su antojo, lo terminará pagando el Verde en las urnas. Tiempo al tiempo.