“A propósito de la próxima elección en Veracruz y el peso negativo que podría tener la imagen del gobernador Javier Duarte, circula entre los priístas este cuento: ‘Anita era una mujer muy querida en el pueblo. Por eso cuando murió su hermano, que no gozaba de las mismas simpatías, ella consiguió que buena parte de los paisanos asistieran al velorio. Cuando estaba por cerrarse la capilla, Anita consideró que sería pertinente que alguno de los presentes le dedicara unas palabras al occiso. Se lo pidió al rico del pueblo, quien se disculpó con un ya ves que no la llevaba con él, que hasta dinero me quedó a deber. Buscó entonces al fiestero, pero tampoco pudo convencerlo, pues reclamaba que el difunto siempre se había tratado de meter con su esposa. Quedaba el popular, el que no se peleaba con nadie. Y aceptó dar el mensaje de tributo. Se paró al lado del ataúd, pidió atención a los cansados participantes, pero pasó un minuto, dos, sin que dijera nada. A los tres, la hermana se acercó a preguntarle qué ocurría. Discúlpame, Anita, le respondió: quisiera decir algo bonito, pero es que el muerto no ayuda’. El presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, pareció desacreditar con severidad al priísta Duarte cuando expresó el martes que ‘deberá rendir cuentas concretas y verdaderas’. —¿Así? —le pregunté a Beltrones ayer. —Duarte y cualquier gobernador, y cualquier funcionario público —matizó—. Mi expresión fue que nadie, absolutamente nadie, puede quedar fuera de la rendición de cuentas. El informe del auditor superior de la Federación tocó a varios gobernadores y dependencias. Si hoy en día algunos medios se ocupan más del gobernador de Veracruz, intentando cabecear de que es sólo a él a quien me refiero que debe rendir cuentas, es porque estamos en épocas electorales.
—¿Duarte es un activo o un pasivo electoral para el PRI? —Javier Duarte es el gobernador de Veracruz. Y como gobernador de Veracruz está cumpliendo con su trabajo y deberá esmerarse en hacerlo todavía mejor en esta ruta de salida. Para nosotros es un gobernador postulado por el PRI que contará siempre con la consideración y la exigencia de su partido. Comprensible el cuidado discursivo de Beltrones. Qué ganaría sumándose a la descalificación de Duarte, a los señalamientos por las muertes y la violencia en la entidad, a la condena por duplicar (algunos cálculos marcan que cuadruplicar) la deuda del estado. El candidato del PRI, Héctor Yunes, difícilmente elogiará a Duarte en la campaña. O en el velorio. Debe considerarlo un pasivo electoral. Beltrones, en cambio, hombre en una misión no sólo local, sino nacional, tendrá que pararse con caballerosidad al lado del ataúd. Aunque no diga gran cosa… porque el muerto no ayuda.”