Carlos no creía en el Covid, pero un día comenzó a sentirse mal. Dolor de cuerpo, tos, temperatura, y los alimentos no le sabían a nada. A los pocos días, su hija adolescente comenzó también con los mismos síntomas. Su esposa y su hijo no se enfermaron.
Yolanda habló con una amiga que es médico. De inmediato, le sugirió que no hospitalizara a sus familiares, y le propuso que a través de videollamadas iba a atender a los enfermos.
Y así fue. Con la ayuda de su otro hijo, prácticamente la hicieron de enfermeros. Compraron los medicamentos que recetó la doctora. Checaban cuidadosamente suministrarlos a las horas indicadas.
Compraron un tanque de oxígeno y mascarillas.
Carlos se puso mal. Le dolían los pulmones. Pero la amiga doctora estuvo atenta y daba instrucciones ya sea para cambiar el tratamiento o aumentar las dosis de los antibióticos o los antivirales. La jovencita también tuvo sus crisis.
Pero con el transcurrir del tiempo, ambos la “libraron”. Y Yolanda y Carlos Jr. por fortuna nunca desarrollaron síntomas. Al parecer, su sistema inmunológico estaba más fortalecido.
*La historia es verídica. Los hechos se desarrollaron en Xalapa y los nombres fueron cambiados para proteger su identidad. Este relato se comparte sin otros fines más que el de resaltar la heroicidad de una familia que unida y con la ayuda de una profesional, pudieron salir adelante.