Juan Javier Gómez Cazarín
El anuncio de Andrés Manuel sobre las pensiones para adultos mayores es una locura, imposible de sostener, muestra de populismo que está destinada al fracaso. De llevarse a cabo -porque todavía dudamos que lo cumpla- terminará quebrando las finanzas de su Gobierno. Esas y otras injurias inventaron en su época los opositores de ayer, que siguen siendo los de hoy.
Nos encontramos en el 2001, en el entonces Distrito Federal y el Jefe de Gobierno ha puesto en marcha un programa inédito: pensiones para adultos mayores con cargo al presupuesto.
Y eso ha enojado mucho al PRI y al PAN. Las más autorizadas voces técnicas del régimen neoliberal echan chispas contra el Jefe de Gobierno porque semejante medida choca con su modelo económico y su modelo mental.
Si los adultos mayores quieren dinero, que trabajen, dicen los del PRI y el PAN. Ese es el punto -les contesta Andrés Manuel-. Se merecen el dinero precisamente porque las personas de 65 años ya han trabajado toda su vida.
Cuando vieron que el anuncio era en serio, que no quebró para nada las finanzas de la Ciudad y que cambió para bien la vida de cientos de miles de adultos mayores, el PRI y el PAN se tuvieron que tragar sus palabras. Terminaron, años después, por verse obligados a replicar programas similares para evitar que Andrés Manuel tuviera el crédito solo.
20 años después, ese Jefe de Gobierno es Presidente de la República.
En Guelatao, la cuna de Benito Juárez, Andrés Manuel hizo otro anuncio de justicia social sobre las pensiones para adultos mayores: bajó la edad de las personas en zonas urbanas de 68 a 65 años. Significa que las personas que actualmente tienen 65 años ya no tendrán que esperar tres años más para ser beneficiarias de la pensión.
Y, además, el monto entregado se incrementará paulatinamente -empezando con el primer aumento en julio de este año- hasta llegar al doble a principios del 2024: serán 6 mil pesos bimestrales.
Igual que hace 20 años, seguramente los críticos de siempre estarán que echan humo del coraje. Pero igual que entonces se tendrán que resignar a ver que esta medida avanza y ayuda a más gente.
Personalmente, creo que esta visión del Presidente de apoyar a los adultos mayores dibuja de cuerpo entero su visión de la justicia social. Una que no tiene espacio para el olvido hacia las personas mayores.
Una sociedad que respeta y retribuye a las generaciones más viejas, que les reconoce sus aportaciones a nuestras vidas -¿A quién no lo cuidó su abuela, una tía o una vecina?-, que les agradece el inmenso valor de su existencia, es una sociedad de gente de bien, que entiende el valor de la gratitud. De no ser así, ¿qué clase de sociedad seríamos? ¿Qué clase de Presidente tendríamos?
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.