Los Reyes Magos no pisan lodo; historias de niños de comunidades rurales y pobres

Los niños de las comunidades rurales saben que los Reyes Magos no pisan lodo, mucho menos transitan por las serranías, porque aquí aunque la ilusión de un regalo persista, se esfuma con el trabajo diario.

Algunos no conocen la ciudad, otros sí, pero no precisamente van de paseo, pues bajan a trabajar “y así es todos los días”, comentó de manera casi silenciosa la señora Bertha Morales, quien vende nopales en la ciudad Poza Rica, al norte del estado de Veracruz.

Le acompaña su hija Andrea y su esposo. Los tres saben de la celebración del 6 de enero, pero no alcanza para el regalo. Su hija anhela un juego de mesa y una muñeca para sentarla y “darle de comer”, pero está consciente de que seguirá con la aspiración del obsequio; mientras tanto, se entretiene jugando con las taparroscas y algunas corcholatas en una de las principales avenidas del municipio petrolero.

El pequeño Javier también “celebra” este día en la serranía del Totonacapan, una de las regiones más pobres de la entidad.

Él lleva sobre su espalda un rollo de troncos porque su mamá le espera para cocinar los quelites en el fogón.

Avanza descalzo entre las veredas lodosas de la comunidad Adolfo Ruiz Cortines, municipio de Coxquihui.

Narró que su familia vive en una casa humilde, con techo de lámina; sus paredes son de troncos y varas que ellos mismos cortaron en el rancho.

Su cama es de tablones y sólo tiene una cobija, con ella se enreda para soñar con una profesión que le ayude a salir de la pobreza en la que están inmersos.

No sabe si creer en los Reyes Magos, porque jamás ha obtenido un regalo, tampoco ha comido rosca, “no sabía que el pan adentro tuviera un niño”, respondió y sonrió, mientras sostenía con su frente el mecapal y carga de leña.

Juguetes prestados

Más cerca de la zona urbana, en la comunidad de Coyolillo, municipio de Actopan, los niños Heder y su hermano Jaziel recorren las calles sin pavimento, juegan y se divierten con piedras de río.

Tampoco saben de Reyes Magos; para ellos, este día pasa desapercibido. Sufren las mismas condiciones del resto de los pequeños en esta localidad, ubicada a 40 minutos de la ciudad de Xalapa, la capital del estado de Veracruz.

Hablan poco con los extraños. Corren y se esconden en el patio de sus casas, donde se observan piezas de juguetes enlodadas.

Heder y Jaziel han oído hablar de los Reyes Magos, porque algunos de sus vecinos reciben regalos; sin embargo, ellos, de 7 y 5 años de edad, solo tienen la oportunidad de jugar algunas horas con esos muñecos de colores.

Andrea, una pequeña de 6 años, poco conoce de juegos, porque todas las tardes acompaña a su madre, quien se dedica a la venta de muebles de madera y recorre las calles de la Atenas Veracruzana.

Las sillas a cuestas

Ella sostiene una bolsa que en su interior lleva estambres y agujas para sentarse a bordar cuando deseen descansar de la pesada carga.

“Pues no descansamos, ella me ayuda mucho, y su papá anda en otra colonia, y pues como verá, ella anda conmigo todos los días”, relató la señora originaria del sur de la entidad.

El regalo de Reyes será poder vender las sillas elaboradas con pino y con ese dinero tener la posibilidad de comprar la comida y la cena; “nosotros no comemos rosca, aunque sí hay gente que nos invita, así como andamos caminando y más por esta chiquilla”, dijo y apresuró el paso.

Andrea relató que cada vez que tienen la oportunidad de descansar, su mamá no pierde el tiempo; hace reposar las sillas y comienza a bordar “porque también venden los manteles” que ella ofrece en su andar por la ciudad.

Poco conoce de los Reyes Magos, aunque si pidiera regalo sería juguetes con instrumentos médicos, para jugar a la enfermera “porque eso quiero ser de grande, pero no sé si alcance el dinero”, contestó de manera breve… y se esconde entre las faldas de su madre.

Continuaron su recorrido porque al otro día tendrán que regresar a la montaña, allá, donde el lodo se aferra a los pies, donde los Reyes Magos no llegan.