En la Curia Episcopal a donde llegó después de oficiar una emotiva misa en el Centro Deportivo Municipal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el papa Francisco toma un breve descanso y come en compañía de dos obispos del estado y ocho representantes de las comunidades indígenas.
Luego de concluir la misa ante miles de indígenas de México y Centroamérica, quienes abarrotaron los campos del Centro Deportivo Municipal de San Cristóbal de las Casas, el pontífice abordó el papamóvil en medio de música y vivas de los presentes.
En su trayecto hacia la Curia y a su paso por el centro de la ciudad, repicaron las campanas de la Catedral de San Cristóbal de las Casas, que se confundían con la algarabía de cientos de personas que lo esperaban. Incluso, hubo quienes corrieron a los lados de la valla humana para verlo el mayor tiempo posible.
Entre el mar de pancartas y banderas era posible distinguir el reflejo del sol en pequeños espejos que las personas traían en las manos para llamar la atención del sumo pontífice.
El jerarca de la Iglesia católica recorrió casi tres kilómetros para llegar a la Curia.
A su paso, sonreía, saludaba y bendecía a la gente que tras varias horas de espera expresaba su felicidad y emoción por haber sido parte de esta visita pastoral.
Los chiapanecos y visitantes que hacían valla en la ruta saludaban al papa, ondeaban banderines, entonaban cánticos y echaban porras, mientras el pontífice, con una sonrisa en la cara, los bendecía y agradecía las muestras de cariño.
Al descender del vehículo que lo trasladó a la Curia Episcopal, Francisco besó a un bebé, imagen que se ha vuelto costumbre en sus recorridos por México.
Fuente: Excélsior