El ciudadano Francisco Javier Domínguez Crudo, pasó seis años y medio de su vida recluido en el penal de Pacho Viejo, acusado de robo de vehículo, secuestro y homicidio, delitos que no cometió. Hoy, exige reparación del daño y que las autoridades “limpien su nombre”.
El oriundo de Soledad de Doblado vivió una pesadilla dentro del centro penitenciario, dónde sufrió vejaciones, humillaciones y malos tratos. Tras las rejas convivió con un sinnúmero de delincuentes.
Los hechos ocurrieron a finales de julio de 2011, durante la administración estatal del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa. En aquellas fechas, una persona fue “levantada” y posteriormente asesinada en la zona norte de la entidad veracruzana.
Por “un pitazo” que llegó a las autoridades, en el que se señalaba a Francisco Javier de estar involucrado en el delito, se ordenó su aprehensión. El 6 de agosto 2011, elementos ministeriales llegaron a la vivienda del joven, lo sacaron a la fuerza, lo golpearon y bajo tortura lo obligaron a que firmara una declaración de culpabilidad.
El carnicero de oficio fue señalado de tres delitos: robo de vehículo, secuestro y homicidio.
Al choleño lo procesaron y permaneció encerrado en el penal. Pudo haber sido sentenciado a más de 30 años de prisión por delitos que no cometió.
“Me llevaron hasta Martínez de la Torre y pues allá me empezaron a torturar para firmar una declaración que no era mía”.
A la edad de 18 años fue encarcelado. Hoy tiene 25 y reclama justicia.
Durante los 6 años y medio que duró su pesadilla, la familia de Domínguez Crudo gastó bastante dinero en el pago de abogados e idas y vueltas al penal, hasta que un licenciado se convirtió en su defensor voluntario y que fue quien finalmente lo ayudó a salir.
Se comprobó que el joven no tuvo nada que ver en el caso de la víctima, no había elementos suficientes para que permaneciera encarcelado. Las autoridades ordenaron su inmediata liberación.
“Ahorita mi sentencia fue absolutoria, por lo mismo de que la juez del juzgado tercero de Xalapa pues vio que no tenía nada que ver y me declaró inocencia”.
Visiblemente consternado por el trauma que le dejó la amarga experiencia, Francisco Javier asegura que desde que obtuvo la libertad, ha buscado la manera de salir adelante, pero por el antecedente penal que tiene, nadie le da trabajo.
Exigió a las autoridades competentes la reparación del daño y que “limpien su nombre”.
“Reparación del daño y más que nada para que la gente vea que no tengo nada que ver, yo no soy un delincuente y pues ahora sí que yo me dedico a mi trabajo y soy muy humilde. Más que nada para limpiar, también, mi nombre, porque yo nada que ver”.
Agradeció a dios por la nueva oportunidad que se le dio. Pero reconoce que rehacer su vida será complicado y no podrá recuperar el tiempo que pasó tras las rejas por delitos que no cometió.
“Más que nada le agradezco a Dios y a la juez que vio todo esto”.