Notas de Madrugada: URGIMOS HECHOS, NO PALABRAS

A 60 años…

Esforzarse por erradicar la violencia contra la mujer no es sólo una buena idea,
se convierte también en la obligación de un gobierno.
Charlotte Bunch.

Cada vez es más frecuente ver que, cierto día del mes, algunos hombres y mujeres se visten de naranja, o portan un moño de este color. En ocasiones, los hashtags #DíaNaranja y #YomepintodeNaranja aparecen como Trending Topic en redes sociales y, algunas instituciones hacen actividades para visibilizar su compromiso con la causa; pero ¿qué es?, ¿cuándo se conmemora?, ¿para qué sirve? y, ¿qué se busca con el día naranja?
Comencemos por recordar que, el 25 de noviembre de 1960, es decir, hace exactamente sesenta años, el entonces Presidente de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, ordenó el asesinato de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, mujeres quienes abiertamente se oponían a la dictadura y, según lo narrado para el periódico El País por Minou Tavárez, hija de Minerva, en esta misma fecha encontraron los cuerpos de las tres hermanas destrozados, en el interior de un Jeep.
Este hecho fue punta de lanza para el decreto de la ONU por el que, desde 1999, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y, con el objetivo de concientizar al respecto, en 2008 el Secretario General de Naciones Unidas inició la Campaña Naranja Únete.
Desde entonces, el 25 de cada mes usamos prendas y listones a tono, se iluminan edificios públicos y compartimos información en medios sociodigitales para visibilizar, con el día naranja, la urgencia de erradicar y prevenir la violencia, de todo tipo, en contra de las mujeres y niñas, además de exigir a las autoridades que cumplan con su obligación de garantizarnos una vida libre de violencia.
Doce años desde el inicio de la campaña, veintiún desde el decreto de ONU, y seis décadas desde aquellos funestos hechos que, por inverosímil que parezca, todos los días se emulan y reproducen de un sinfín de maneras en el mundo entero, por lo que, según datos de ONU Mujeres, una de cada tres mujeres del mundo hemos sufrido violencia física o sexual de parte de nuestra pareja; entre el 45 y 55 por ciento de las mujeres de la Unión Europea han sufrido acoso sexual desde los 15 años; y actualmente, al menos 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a mutilación genital, mientras que 650 millones son víctimas de matrimonio infantil.
Por cuanto hace exclusivamente a México, ONU Mujeres señala que, en el periodo de enero a octubre de 2018 se registraron 706 presuntos delitos de feminicidio, 728 presuntas víctimas de feminicidio y 2,246 presuntas víctimas mujeres de homicidio doloso; mientras que, por su parte, Animal Político revela que los datos de incidencia delictiva publicados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública arrojan que, en el periodo comprendido de diciembre 2018 a mayo 2020 fueron asesinadas 5 mil 811 mujeres, es decir, un promedio de 11 mujeres por día y que, sólo en junio de 2020 se registraron 99 feminicidios en el País.
A estas cifras hay que sumar las víctimas de agresión física, sexual, psicológica, económica, política, laboral, simbólica, obstétrica, patrimonial, doméstica, mediática, cibernética, por mencionar sólo algunos de los tipos de violencia más comunes que se cometen en contra de mujeres y niñas.
De modo que hoy y el 25 de cada mes, a 60 años de los hechos funestos que dieron origen a la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, tenemos razones de sobra para pintar al planeta de naranja, exigir a los gobiernos y a la ciudadanía de todo el mundo que sumemos esfuerzos para garantizar una vida libre de violencia para niñas y mujeres; pero sobre todo, debemos comenzar por otorgar esa garantía desde nuestro actuar personal y cotidiano; porque las niñas y mujeres de hoy urgimos hechos, no palabras.
Liz Mariana Bravo Flores es comunicóloga,
comprometida con la construcción de ciudadanía,
inclusión, paridad, protección ambiental
y desarrollo cultural.

Twitter: @nutriamarina
Opinión a título personal.