Esta anécdota la contaban los políticos de la vieja guardia: en los primeros días del mandato, un gobernante atendió en Palacio al padrino de su hijito. “Compadre, pídeme lo que quieras”, a lo que respondió el interpelado: “mira Compadre, no quiero ningún cargo, sólo quiero que me saludes en público”.
Lo que el Compadre le dio a entender al Tlatoani –según quienes contaron esto- fue que no necesitaba un nombramiento, sino que los demás se dieran cuenta que estaba cerca del poder, y así hacer y deshacer a su antojo: que los demás funcionarios del gabinete se le cuadraran, que nadie le negara un contrato por adquisición de obras o servicios, etc… etc…
Esto viene a cuento porque en más de una ocasión, se le ha visto a Silem García buscando en todo momento el saludo del alcalde xalapeño Ricardo Ahued, y pues el caballeroso empresario, es cortés con el personaje en cuestión.
Pero Ahued deberá cuidarse de tan siniestro sujeto. No sea que al rato haga negocios o tratos usando el buen nombre del destacado inversionista.
Por cierto, los costosísimos zapatos que ha usado en estos días en las colonias periféricas de la capital veracruzana, es apenas peccata minuta comparado con la extraña relación que Silem siempre ha tenido con el líder mundial de la Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, actualmente preso en una cárcel de Estados Unidos, y a quien probablemente en los próximos días lo sentencien a cadena perpetua por abuso sexual de menores y por lo menos un caso de violación sexual.
Aseguran que acá en Xalapa también hubo denuncias por acoso sexual, pero los anteriores regímenes priistas se encargaron de ocultar todo. Con eso de que el citado personaje se cree “carita”. Ver para creer. (José Ortiz; “En Corto… Sin Cortes Express”).