José Ortiz / EN CORTO
En la reunión que sostuvo Rocío Nahle con diputados locales de Morena el pasado miércoles, el mensaje fue claro: Aquí en Veracruz, no aceptamos a los que negociaron en el Senado el voto 86 en favor de las reformas y les pido no hacer trato con ellos.
Obvio que a los legisladores morenistas les quedó más que claro.
Pero aún lo más obvio es que aunque la gobernadora electa no se los hubiese pedido, nadie en su sano juicio se atrevería a pactar con quienes impulsaron la guerra sucia contra Rocío en la pasada contienda electoral.
Más bien, la parte central del mensaje de Nahle en esa reunión en la que ungieron a Esteban Bautista como líder de ese grupo legislativo, fue que aunque en el Altiplano Adán Augusto anda apapachando a los Yunes, acá en Veracruz no habrá ni perdón ni olvido.
Lo único que no nos queda claro es que pues Adán Augusto no se manda solo, y pues si negoció con los Yunes, seguramente lo hizo con la anuencia de ya saben quién. Pero bueno, eso es otra historia que luego detallaremos.
Mientras tanto, lo que queda más que claro es que la veracruzana-zacatecana no dejará pasar a los Yunes, incluido vetar las postulaciones de yunistas en candidaturas a las alcaldías el próximo año.
Y es que según columnas del Altiplano, parte del acuerdo con los Yunes para votar a favor de las reformas de la 4T fue precisamente que les iban a respetar su bastión de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
En ese tenor, los Yunes querrán postular candidatos a alcaldes pero ya no por el PAN, sino por algunos de los partidos que conforman la 4T, siendo el Partido del Trabajo con quien las pláticas irían un poco más avanzadas.
Pero como ya se advirtió en la pasada reunión de Nahle con legisladores locales de Morena, si a alguien se le ocurre hacer acuerdos con los Yunes, les pasará lo mismo que a la esposa de Lot que en un plan de total desobediencia volteó a ver cómo Jahvé destruía a Sodoma y Gomorra y se convirtió en estatua de sal.