Marcelo Ruiz y el Verde podrido: fraude, empresas fantasma y 60 millones en multas

José Ortiz Medina / EN CORTO 

Marcelo Ruiz ha logrado lo que pocos en la política veracruzana: teñir de negro el color verde de su partido. Su paso por la dirigencia del PVEM dejó una huella que no se borra con discursos ni simulaciones, y hoy, 30 de enero, el Consejo General del INE lo confirma con una sanción millonaria que pone en jaque a su partido en Veracruz. El Verde deberá pagar una multa de más de 60 millones de pesos por un esquema digno del manual del fraude político: simulación de cursos, empresas fantasma y desvío de recursos a cuentas particulares. Como si esto no fuera suficiente, el INE ha decidido dar vista al SAT por posible defraudación fiscal, a la UIF para rastrear los fondos y a la FGR, porque cuando el dinero se mueve en la oscuridad, siempre es bueno investigar si hay delincuencia organizada de por medio.

El PVEM en Veracruz está atrapado en el legado de su exdirigente, un político que hizo de la opacidad su bandera y de las irregularidades su estrategia. En 2018, el partido reportó gastos por más de 16 millones de pesos en asesorías y consultorías que nadie vio, nadie recibió y nadie impartió. El INE, con toda la paciencia del mundo, desmenuzó el fraude y terminó por revelar lo que todos sabían: las facturas eran tan falsas como el discurso de honestidad con el que se quiso maquillar la gestión de Ruiz. No es la primera vez que el exdirigente queda en entredicho. En 2019, los propios militantes del Verde exigieron una auditoría a su administración, denunciando presunta malversación de recursos y un enriquecimiento que, hasta la fecha, sigue sin una explicación convincente.

Lo curioso es que, lejos de rendir cuentas, Marcelo Ruiz se recicló en el Congreso. Ahora es diputado local, líder de la segunda fuerza política en el estado, y sigue operando como si nada hubiera pasado. Mientras el partido carga con las sanciones, él disfruta de las comodidades del poder. Blindado, con una estructura legislativa propia y con la seguridad de que, en la política mexicana, la memoria es corta y los escándalos, si se manejan bien, solo duran un par de semanas.

Pero esta vez el escándalo no le viene bien a la 4T. Justo cuando la alianza se tambalea por la incertidumbre del PT, que coquetea con la idea de ir solo, ahora Morena y el Verde tienen que cargar con un problema extra. Porque si algo no ayuda a una coalición en campaña es un caso de desvío de recursos documentado, sancionado y con ramificaciones legales pendientes. El PT, que ya tenía pretextos para desmarcarse, ahora puede decir con toda comodidad que prefiere no mezclarse con ciertos personajes. No es que los petistas sean los abanderados de la ética en la política, pero cuando la mugre empieza a salpicar, nadie quiere estar cerca cuando explote el escándalo.

Y mientras la UIF, el SAT y la FGR empiezan a revisar el expediente, la pregunta no es si habrá más sanciones, sino hasta dónde llegará la investigación. Marcelo Ruiz quizá pensó que su historia en el Verde ya estaba escrita, que el pasado era un expediente cerrado. Hoy el INE le ha demostrado que algunos fantasmas nunca desaparecen y que, tarde o temprano, las facturas llegan… aunque sean falsas.