En Corto / MORENA EN SU LABERINTO

José Ortiz / En Corto

El laberinto aparece en los cuentos de Jorge Luis Borges a partir del año 1940 y, en su poesía, a partir de 1942.

El crítico literario uruguayo, Emir Rodríguez Monegal, cree que a Borges le atrae el símbolo del laberinto porque es éste un lugar contradictorio, en el sentido de que suscita un interés ya que esconde y aprisiona y porque, a pesar de ser una construcción humana, parece hecha por Dios. En este sentido, resulta interesante señalar que los personajes borgeanos perecen dentro de su propio laberinto.

En la novela El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez, se narra el último viaje de Simón Bolívar, desde Bogotá hasta su destino final, en San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta, donde murió por una suma de dolencias agravadas por el trajín y la amargura de la derrota política.

El General no deja nunca América del Sur. Termina su viaje en Santa Marta, demasiado débil para continuar y con sólo su médico, el francés Alejandro Próspero Révérend y sus ayudantes más cercanos a su lado. Muere en la pobreza, convertido en la sombra del hombre que libertó gran parte del continente.

Comentamos lo anterior a propósito de la reciente polémica que ha suscitado al interior de Morena por la afiliación a ese partido del senador Miguel Ángel Yunes Márquez. Decir polémica tal vez sea un eufemismo, porque no faltarán quienes lo vean como una fuerte confrontación, una guerra intestina que puede derivar en una atroz -adjetivo favorito de Borges- implosión.

Ayer Héctor Yunes decía que lo que llevó años a otros partidos autodestruirse, a Morena le está llevando menos tiempo.

Para entender el canibalismo político en Morena, es necesario remitirse a la historia reciente.

Como es sabido, Morena está conformado por ex militantes de varios partidos, pero en un alto porcentaje por ex miembros del ya desaparecido Partido de la Revolución Democrática.

Antes del surgimiento del PRD, había una regla no escrita en el sistema político mexicano que se resumía en una frase coloquial: “la ropa sucia se lava en casa”. Y así era: las diferencias de los integrantes ya sea del PRI o del PAN -por citar las principales fuerzas políticas que dominaban el espectro político-electoral en la segunda parte del siglo XX- se dirimían al interior de esas siglas. Además, había un jefe político a nivel federal que era el Presidente de la República en turno o los gobernadores en los estados, que fungían como una especie de consigliere que ponía u ordenaba entrar en cordura a las partes discordantes.

Y en el PRD, desde su surgimiento, sus principales actores ventilaban sus pleitos en los medios de comunicación. Eso a la postre los desgastó hasta llevarlos a la ruina.

Las guerras intestinas en el desaparecido PRD eran más o menos entendibles: ese partido se conformó en gran parte por ex militantes de la vieja izquierda y por ex priistas, como lo fueron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y hasta el mismo Andrés Manuel López Obrador. Así que ese mosaico ideológico o de diversidad de formas de pensar, eso más la concepción de que parte de la democratización de un partido implicaba fortalecer la “libertad de expresión” de sus integrantes, condujo al partido del sol azteca a una torre de Babel, en la que cada vez se entendían menos y las confrontaciones los confinaban poco a poco a un escenario en el que la cohesión o la unidad ya no eran parte esencial de su diaria convivencia.

Regresando a estos tiempos y al tema que nos ocupa, hay que reconocer que la gobernadora Rocío Nahle en parte tiene razón al oponerse a la afiliación del senador Miguel Ángel Yunes Márquez a Morena. Cuando la mandataria subraya que Yunes Márquez no debería formar parte de Morena por haber sido señalado de lavado de dinero y otros delitos, pues sí, sorprende que el CEN morenista haya expedido la credencial al hijo del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, pues independientemente de que la FGR debería investigar esos señalamientos, en Veracruz es fama pública que los Yunes de El Estero no son blancas palomas.

También tiene razón Nahle cuando en otras ocasiones ha argumentado que los ataques en la pasada campaña habrían surgido o impulsados por los Yunes. Y pues como que no cuadra que sus acérrimos enemigos ahora sean “santificados” con la filiación morenista.

En lo que sí se equivoca Nahle es en cuestionar una decisión tomada en Palacio Nacional.

No se necesita ser muy avezado en el análisis político como para colegir que la afiliación de Chiqui Yunes a Morena fue autorizado por la mismísima Claudia Sheinbaum. Por eso es que cuestionada sobre el tema, la Presidenta prefiere lavarse las manos y avienta el bulto para que sean las instancias partidistas las que diriman el conflicto.

Pero aún más, Nahle no sólo cuestiona una decisión presidencial, sino que además estaría contradiciendo a Andrés Manuel López Beltrán, el famoso “Andy”, quien por instrucciones de su papi, junto con Adán Augusto López, están casi poniendo en un nicho a Chiqui Yunes. Hace unos días ya le dieron la presidencia de la Comisión de Hacienda y al rato cualquier otra cosa le van a servir en charola de plata. Y Sheinbaum avala todo eso. No cabe la menor duda.

¿Qué pasará si al rato la Comisión de Honestidad y Justicia del CEN de Morena dictamina que sí es procedente la afiliación de Chiqui Yunes? Pues la gobernadora quedaría mal parada.

Y por el contrario, si dicha Comisión, determina que no es procedente la afiliación de Chiqui Yunes (lo cual no se ve muy probable que así suceda), pues saldría muy raspado Adán Augusto López, Andy López Beltrán, Gerardo Fernández Noroña, quienes luego cobrarían a Nahle esa afrenta, en el entendido de que en política la venganza es un plato que se come frío.

En cualesquiera de los dos escenarios, se percibe que Morena se encuentra atrapado en un laberinto. ¿Podrá ese partido encontrar una salida sabia, salomónica, en este complejo entramado?

Como quiera que sea, en Morena sigue inoculado el gen, el ADN, que condujo al PRD a una atroz (otra vez Borges) guerra de tribus, lo que finalmente terminó por extinguirlo, igual como sucedió a los dinosaurios con el fatídico meteorito que cayó en la Tierra entre las eras Cretácica y Paleógena.

¿Cuánto tiempo tardará para que haya un gran cisma al interior de Morena y que algunos se lleven la pelota a otra cancha y formen un nuevo partido? La “corriente crítica” al interior de Morena para saltar a otras nuevas siglas, pudiera estarse gestando. El huevo de la serpiente ya está en la incubadora.