La violencia en el noviazgo es gradual; generalmente, los agresores comienzan por el chantaje, las descalificaciones, los insultos, el intento de control, los golpes y lesiones y, en casos extremos, la muerte de la víctima, explica Araceli González Saavedra, del colectivo Equifonía, asociación civil que oficialmente existe en Veracruz desde 2010, aunque ya operaba desde dos años antes.
Además de activista en temas de violencia de género, Araceli González es psicóloga de profesión y como tal cuenta con una preparación que le califica para hablar de esos temas.
Los datos que aporta llaman a la reflexión y a la indignación porque definen a una sociedad permisiva ante la violencia de género: de acuerdo con información del Censo Nacional de Impartición de Justicia Estatal 2012, correspondiente al año previo, en Veracruz, 4,379 mujeres fueron víctimas de lesiones; de igual manera, hubo 612 abusos sexuales, así como 1,056 violaciones simples.
En pocas palabras, en la entidad veracruzana se contabilizaron más de 364 lesiones contra mujeres cada mes; 12 cada día; un caso cada dos horas.
Igual ocurre en el tema de los abusos sexuales, delito que se registró en una proporción de dos cada día. Cada 12 horas, aproximadamente, una mujer era víctima de este ilícito. Lo peor: al registrarse 1,056 violaciones sexuales al año, el promedio es de un caso cada ocho horas en el estado.
Eso nos habla, dice la entrevistada, de la dimensión del problema y también de la necesidad de que se oficialice la Alerta de Género.
Expone que en los casos de violencia contra mujeres es muy común que prevalezca la impunidad. De igual manera, afirma que las agresiones provienen, en un alto porcentaje, del entorno cercano de las víctimas, parejas, familiares y vecinos.
Los casos extremos, tres víctimas de violencia
González Saavedra nos recibe en las oficinas de Equifonía, donde fue cuestionada sobre los casos más extremos que recuerda durante su activismo por los derechos de las mujeres y durante su actividad profesional.
Platica: En 2011, una joven de 19 años fue golpeada, violada y asesinada por su novio, menor de edad, que salió libre porque se le aplicó la anterior legislación en materia de juicios contra adolescentes. El mozalbete hoy se pasea por las calles aledañas al domicilio de los deudos de la víctima, con la certeza de que el crimen quedó en la impunidad.
En 2004, una joven indígena, de 16 años, fue víctima de una violación por parte de cuatro sujetos; quedó embarazada pero, por ignorancia, no se dio cuenta, hasta que pasadas las semanas tuvo un aborto espontáneo. La adolescente recibió educación; fue juzgada como un criminal por el delito de homicidio y encarcelada mientras los responsables de ese hecho atroz no recibieron condena alguna.
Otro caso de impunidad se registró de manera más reciente, en 2014, cuando una joven de 16 años fue asesinada por su novio, que fue detenido y de forma inexplicable puesto en libertad para ser juzgado, debido –apunta– a que presuntamente cuenta con familiares influyentes.
Impunidad y falta de estadísticas confiables
Asimismo, indica que la impunidad es un factor que puede incidir en las altas cifras de agresiones, violencia e, incluso, feminicidios.
En este delito, dice, el mayor problema se registra por el alto grado de impunidad, fenómeno que se registra por errores y omisiones de la fiscalía.
Agrega que los investigadores y ministerios públicos se basan en testigos y no en evidencia científica. Igualmente, cuenta que la contaminación de pruebas y evidencias es un obstáculo para la justicia.
Araceli González sostiene que en Veracruz no hay estadísticas confiables ni un sistema de información ni registros sobre las agresiones contra mujeres. La única referencia, narra, son los medios de comunicación que durante 2015 consignaron 105 feminicidios en la entidad.
A ello se debe la solicitud de Alerta de Género por feminicidios que ha sido planteada en reiteradas ocasiones.
Lo peor, apunta, es que la desaparición de mujeres ha registrado un incremento preocupante de 2008 a la fecha.
Noviazgo violento
La entrevistada aclara que ante las manifestaciones de violencia contra las mujeres, existe permisividad entre la sociedad; es decir, tolerancia que raya en el exceso.
El control en la relación de noviazgo da pie a mayores agresiones; al control le siguen los chantajes, los celos mal manejados y de ahí llegan las agresiones que van subiendo de tono de forma gradual, insultos, golpes y hasta lesiones, violencia física, psicológica y sexual, señala Araceli González.
De ahí la importancia de la identificación del problema, que es el primer paso para encontrar una solución; las palabras clave, subraya, son: prevención, atención y reparación.
En el pasado, sostiene, deben quedar esos conceptos que bien podrían resumirse con una frase: “¿Qué hizo usted para que la golpeara?”, es un absurdo, declara, porque la violencia no se puede justificar de ninguna manera.