Para que una administración pública funcione como la “maquinaria de un reloj”, debe contar con una reglamentación, y un buen líder, de lo contrario, podría ser como un barco en alta mar que navega sin rumbo y sin destino.
Pero un buen capitán con liderazgo y conocimientos, lo conducirá a buen puerto y un buen directivo llevará a la organización al éxito, manifestó Lorenzo Antonio Portilla Vásquez, auditor general del ORFIS (Órgano de Fiscalización Superior).
En su tradicional mensaje de los lunes, aseveró que la voz de la sociedad es la orientación de que el servicio público va por buen camino o hay que rectificar el rumbo.
La reglamentación en la administración pública, le da vida y le permite irse adecuando a los cambios sociales, políticos y culturales.
Al tener una reglamentación sólida, su estructura orgánica será fuerte y tendrá bien definidos los ámbitos de competencia; y si a esa estructura se le asignan personas talentosas, comprometidas, íntegras y con una gran vocación de servicio, el éxito de la Dependencia o Entidad estará asegurado.
Desde su punto de vista, el liderazgo efectivo es aquel en el que el líder lleva a su organización a cumplir con éxito sus metas en unión de todos sus integrantes y estos están comprometidos porque les explicó, los escuchó, inclusive aceptó sus sugerencias de lo que se debe hacer y cómo hacerse; les advirtió de los retos que tendrán y las dificultades que se les pueden presentar, ya que el líder debe tener intuición y visión de futuro.
Y el componente más importante de una organización es su capital humano, es decir, sus colaboradores, quienes deben estar convencidos, primero, de que lo que están realizando lo hacen porque les gusta y porque saben cómo hacerlo.
Deben saber que el trabajo que están desarrollando, es parte de un todo que es la organización, la que debe formar un círculo perfecto, articulada a los demás componentes del trabajo;
Y saber que lo más importante de la organización son ellos y en la medida en que estén capacitados y preparados, lograrán las metas institucionales.
El servidor público debe respetar, pero también a exigir ser respetado, debe ganarse el sustento a través de su esfuerzo, de manera honesta, a no desear más allá de lo que pueda obtener de manera digna, en la convicción que todo se puede lograr de manera responsable.
“La integridad en el servicio público no debe verse como un asunto de moda o algo pasajero, es un tema fundamental en la actuación de los colaboradores del gobierno, pues es lo que permite que la Administración Pública sea percibida por la sociedad como el instrumento que le brindará bienes, servicios y obras de calidad, impulsando con ello el bien común”.
Portilla Vásquez añadió que en más de 30 años de experiencia en el servicio público, ha tenido oportunidad de convivir con diversas personas y sectores de la sociedad, y es grato escuchar cuando expresan que han recibido una buena orientación, un buen servicio, una buena obra pública.
Aunque también es lamentable cuando expresan alguna molestia por un mal trato, inclusive por haber recibido obras o servicios de mala calidad; sus voces son la orientación de que el servicio público va por buen camino o hay que rectificar el rumbo.
“De allí la importancia de que en el ORFIS, a través de las tareas de capacitación, de revisión preventiva, de auditorías financieras, técnicas a la obra pública, de desempeño y de legalidad, e incluso de promoción de sanciones, continuemos promoviendo el apego a la legalidad y a los valores éticos, con la convicción de que nuestro compromiso institucional es contribuir a que las acciones gubernamentales y la aplicación de recursos públicos, se traduzcan efectivamente en mayores niveles de bienestar para los ciudadanos, en mayor equidad y justicia social”.